La paz que sólo Tú me puedes dar.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
DEL PÁNICO A LA PAZ
HEBREOS 12:2 “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la
cruz, menospreciando la vergüenza que élla significaba, y ahora está sentado a
la derecha del trono de DIOS." (NVI)
“Jesús salió de la ciudad y fue al Monte de los Olivos,
como solía hacerlo, y sus seguidores fueron con Él. Cuando llegó al lugar, les
dijo: «Orad que no entréis en tentación». Luego se alejó como a un tiro de piedra
de éllos. Se arrodilló y oró: «Padre,
si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Entonces
apareció un ángel del cielo que lo confortaba. Lleno de dolor, Jesús oraba más
intensamente. Su sudor era como gotas de sangre que caían en tierra”. (Lucas 22:39–44).
¿No era el temor una de las emociones que JESÚS sintió? Se podría
argumentar que el temor era la emoción primaria. Veía en el futuro algo tan
feroz, tan aprensivo que oró por un cambio de planes. «Padre,
si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya» (Lucas 22:42)
¿Qué es lo que nos movería a presentar esta misma oración? ¿El
subir por primera vez a un avión? ¿Enfrentar una multitud? ¿Hablar en público?
¿Tomar un trabajo? ¿Tomar un cónyuge? ¿Conducir por la autopista? ¿Enfrentar
una enfermedad? La fuente de tu temor puede parecerle pequeña a otros. Pero a
ti, te enfría los pies, te hace saltar el corazón y te lleva la sangre al
rostro.
Éso le pasó a JESÚS. Pero qué bondad la Suya al contárnoslo.
Nosotros tendemos a hacer lo contrario. Disfrazamos nuestros miedos. Los
ocultamos. Ponemos las manos sudorosas en los bolsillos, la náusea y la boca
seca las mantenemos en secreto.
JESÚS no lo hizo así. No vemos una máscara de fortaleza. Escuchamos
una petición de fortaleza. ÉL primero en oír Su temor fue Su PADRE en los
cielos. Ah, ¡qué tendencia la nuestra de acudir a cualquiera! Primero al bar,
al consejero, al libro de autoayuda o al vecino amigo.
¿Cómo es que soportó JESÚS el terror de la crucifixión? Primero fue
al PADRE con Sus temores. Fue ejemplo de las palabras del Salmo 56.3: «En el día que temo, yo en ti
confío».
Haz lo mismo con tus temores. No eludas los huertos de Getsemaní de
la vida. Entra en éllos, pero no entres solo. Mientras estés allí, se honesto.
Se te permite golpear el suelo, se permiten las lágrimas, y si tu sudor se
convierte en sangre, no serás el primero. Haz lo que JESÚS hizo: abre tu
corazón, y sé específico. JESÚS lo fue. «Pasa esta copa», oró.
Díle a DIOS el número de tu vuelo, cuéntale la longitud de tu
discurso, el sufrimiento de tu enfermedad, dale a conocer los detalles de tu
cambio de trabajo, etc.. ÉL tiene mucho tiempo, y también tiene mucha
compasión. ÉL no piensa que tus temores son necios o vanos. No te dirá
«Anímate», ni «Mantente firme». ÉL ya pasó por éso. Sabe cómo te sientes. ÉL
sabe lo que tú necesitas. Por eso debemos condicionar nuestra oración com JESÚS
lo hizo: «Si quieres» ¿Quería DIOS? Sí y
no. No le quitó la cruz, pero le quitó el temor. ¿Quién dice que no hará lo
mismo por ti?
Corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en JESÚS, el
Autor y Consumador de la fe; ésto
es lo que nos exhorta a hacer el autor de Hebreos, quien nos habla de uno que
corre y de un precursor.
El precursor es JESÚS, «el Autor y Consumador de la fe». ÉL es el Autor:
es quien escribió el libro de la salvación. Y es el Consumador: no sólo preparó
el mapa, sino que hizo resplandecer el sendero. ÉL es el Precursor, nosotros
corremos detrás.
Mientras corremos se nos exhorta a fijar los ojos en JESÚS. No
midas la altura de la montaña; habla con Aquel que la puede mover. En vez de
llevar el mundo a tus espaldas, háblale al que sostiene el universo en Sus
manos. Tener esperanza es mirar hacia adelante.
Ahora bien, ¿hacia dónde estás mirando?
OREMOS: PADRE Celestial, ayúdame para que pueda ser
sincero contigo y en los momentos de problemas y de pruebas las ponga en Tu
conocimiento para que me des la paz que sólo Tú puedes dar. En el nombre de CRISTO,
amén.
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