lunes, 14 de diciembre de 2020

ORACIÓN DEL ABATIDO

¡AYÚDAME!

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Bendiciones,

Enio

Meditación Diaria

ORACIÓN DEL ABATIDO

Nuestro Pan Diario

**Leer SALMO 109:21-27

 

SALMO 109:26 “Ayúdame, Señor DIOS mío… “

 

«Querido PADRE Celestial, no soy un hombre de oración, pero si estás allí arriba y puedes oírme, muéstrame el camino. No puedo más».

Esta es la oración que susurra el quebrantado George Bailey, el personaje representado por Jimmy Stewart en el clásico filme QUÉ BELLO ES VIVIR. En la ahora icónica escena, los ojos de Bailey se llenan de lágrimas, aunque estas no eran parte del guion. Más tarde, dijo que al expresar esa oración, «sintió la soledad y la desesperanza de aquellos que no tienen dónde recurrir». Eso lo conmovió.

En conclusión, la oración de Bailey es simplemente: «Ayúdame». Justo lo que se expresa en el Salmo 109. David no daba más: «afligido y necesitado», con su «corazón […] herido» (v. 22), y «su cuerpo consumido y desfalleciente» (v. 24). Estaba declinando «como la sombra» (v. 23) y «se sentía como «objeto de oprobio» a los ojos de sus acusadores» (v. 25). En su debilidad extrema, no tenía otro lugar donde acudir, y rogó al Señor soberano que le mostrara el camino: «Ayúdame, Señor DIOS mío» (v. 26).

Hay etapas en nuestra vida cuando la palabra «quebrantado» lo dice todo. En esos momentos, pude ser difícil saber qué orar, pero el DIOS amoroso responderá a nuestra sencilla plegaria por ayuda.

James Banks

OREMOS: Querido PADRE, en los días difíciles, dame la fuerza para simplemente pedirte ayuda. En el amor de CRISTO, amén.

**Leer SALMO 109:21-27

Pero tú, Señor Soberano, trátame bien por causa de tu nombre; líbrame por tu bondad y gran amor. 22 Ciertamente soy pobre y estoy necesitado; profundamente herido está mi corazón.
23 Me voy desvaneciendo como sombra vespertina;
 se desprenden de mí como de una langosta. 24 De tanto ayunar me tiemblan las rodillas; la piel se me pega a los huesos. 25 Soy para ellos motivo de burla; me ven, y menean la cabeza.

26 Señor, mi Dios, ¡ayúdame!; por tu gran amor, ¡sálvame! 27 Que sepan que esta es tu mano; que tú mismo, Señor, lo has hecho.

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