jueves, 4 de julio de 2013

SALVAMENTO EN EL MAR

Nuestra oración…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
SALVAMENTO EN EL MAR
Nuestro Pan Diario 

MATEO 7:7-8 "Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre"

La tempestad era espantosa, con vientos de 120 kilómetros por hora, y rachas que llegaban a los 170. El pesquero ruso «Briz», de seis mil toneladas, se anegaba en las aguas del mar del Norte.
Cuando el capitán Sverdlovsk, del pesquero ruso, vio que su nave se hundía, irradió una llamada de auxilio, y un remolcador holandés, el «Carlot», acudió en su ayuda.
Pero el salvamento se hacía casi imposible. Era como si toda la furia de los vientos y las inmensas olas del mar se hubieran propuesto no permitir el rescate de ninguno de los cincuenta y seis marineros a bordo del «Briz».
Después de algún tiempo de tratar de ejecutar el salvamento y de agotar todos los recursos sin poder transferir a un solo hombre, el capitán del remolcador «Carlot», André Ruyg, de cuarenta y dos años de edad y creyente en DIOS, hizo lo que para un capitán era insólito. Pidió ayuda divina: «¡DIOS mío,—rogó—, ayúdanos! Sólo Tú puedes calmar esta tempestad.»
De repente los vientos comenzaron a calmarse y las inmensas olas perdieron su furia. El salvamento pudo llevarse a cabo, y aunque el pesquero «Briz» se hundió, no pereció ninguno de los marineros.
Las batallas del hombre contra el mar tienen siempre acentos épicos. ¡Es tan grande el océano y son tan pequeños los barcos! ¡Son tan altas las olas y tan frágiles los cascos de las embarcaciones!
Por eso el marinero supo clamar a DIOS, y al igual que en aquella célebre tormenta en el mar de Galilea de dos mil años atrás, Jesús vino en auxilio caminando sobre las olas.
Aprendamos a orar. No es cuestión de aprender ciertas oraciones redactadas de cierto modo, sino la de establecer una relación permanente con DIOS.
Acudamos a clamar a DIOS desde el primer instante de nuestra tormenta. Practiquemos la presencia de DIOS.
Vivamos con la línea de comunicación abierta. Que nunca haya un momento en que no estemos en contacto con DIOS.
Si no tenemos una relación con DIOS, entablemos una sin demora. Si hemos cortado la relación que teníamos, comencemos desde este momento a restablecerla.
Así, pase lo que pase, en medio del dolor podremos clamar con la seguridad de que DIOS nos está escuchando.
Jesucristo desea ayudarnos en todas las tragedias de la vida. Él puede reprender los vientos y calmar las olas.
Lo único que tenemos que hacer es expresarle nuestro temor reverente y esperar con fe en la respuesta.
Cristo dijo: «Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre» (Mateo 7:7-8).

ORACIÓN: Padre Celestial. Sabemos que Tú escuchas las oraciones. En este día me acerco a Ti para que Tú me ayudes a superar los problemas que tengo en mi hogar, en mi trabajo, en mi barrio. Pongo en Tús manos la vida y salud de……… ((uno o varios) nombres del familiar, amigo ó conocido que necesite la ayuda de DIOS), así como de sus seres queridos y de los medios físicos y humanos que se están utilizando para su pronta recuperación. Que se haga Tu voluntad. Gracias Señor por las muestras de Tú amor.  En el Nombre de Cristo, amén.

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