Amarás
al Señor Tu DIOS con todo tu corazón…
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Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
EL DISFRUTE DE
LA VIDA
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ECLESIASTÉS
2:13b “Todo lo que debemos hacer es
alabar a Dios
y obedecerlo.” (TLA)
El rey Salomón no fue
solo el hombre más sabio que haya existido (1 Reyes
3:12); también fue bendecido
con riquezas inimaginables y con el privilegio de construir el templo de DIOS. Por
tanto, es de esperar que supiera lo que era la satisfacción profunda.
En la búsqueda de esa
satisfacción profunda, Salomón se dedicó a incursionar en toda clase de cosas.
Eclesiastés nos dice que se entregó a los placeres del mundo, interesándose
incluso en actividades que sabía que eran una locura, para ver si había algo
que valiera la pena en éllas. Pero la satisfacción que buscaba Salomón lo
esquivaba, y llegó a la conclusión de que la autocomplacencia no tenía ningún
valor.
Para sentir satisfacción,
el rey buscó la realización personal. Emprendió grandes proyectos, tales como
la construcción de casas para él, el mejoramiento de su entorno con jardines y
parques y llevó a cabo un vasto proyecto de irrigación (Eclesiastés 2:4-6). El rey tenía todo lo
que podía necesitar para disfrutar de la vida, pero al final llegó a la
conclusión que nada de esas cosas tenían sentido.
La historia nos resulta
familiar, ¿verdad? Nuestro mundo tiene muchas personas educadas y exitosas,
pero también muy descontentas con la vida. Nuestra cultura persigue el placer y
no acepta límites. Lamentablemente, esa falta de moderación ha arruinado
innumerables vidas. Salomón tenía la sabiduría y los recursos para lograr todo
lo que quisiera hacer. Pero los objetivos que persiguió no le dieron ninguna
satisfacción. Llegó a la conclusión que lo mejor era obedecer a DIOS (Eclesiastés 12:13 “El discurso ha terminado. Ya todo ha sido
dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del
hombre.”). El gozo verdadero se tiene cuando nos ajustamos a
la voluntad de Él.
ORACIÓN: Cuán sabia es Tu Palabra, Señor. Sólo
nos vamos a sentir totalmente logrados cuando llevemos la vida que te agrade y
que compartamos el amor que Tú compartes con nosotros.
Gracias Señor. En el nombre de Cristo, amén,
También me dije a mí mismo: «Ahora voy a hacer la prueba
divirtiéndome; voy a darme buena vida.» ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión! 2 Y concluí que la risa es
locura y que el placer de nada sirve.
3 Con mi
mente bajo el control de la sabiduría, quise probar el estímulo del vino, y me
entregué a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus
contados días en este mundo.
4 Realicé
grandes obras; me construí palacios; tuve mis propios viñedos. 5 Cultivé mis propios
huertos y jardines, y en ellos planté toda clase de árboles frutales. 6 Construí represas de agua
para regar los árboles plantados; 7 compré esclavos y
esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y
ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén. 8 Junté montones de oro y
plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias. Tuve
cantores y cantoras, placeres humanos y concubina tras concubina.
9 Fui un
gran personaje, y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en
Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba. 10 Nunca me negué ningún
deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis
trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.
11 Me puse
luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado
realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el
viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.
12 Después
me puse a reflexionar sobre la sabiduría, la estupidez y la necedad: ¿Qué más
podrá hacer el que reine después de mí, sino lo que ya antes ha sido hecho? 13 Y encontré que es más
provechosa la sabiduría que la necedad, así como es más provechosa la luz que
la oscuridad.
14 El sabio
usa bien los ojos, pero el necio anda a oscuras. Sin embargo, me di cuenta de
que a todos les espera lo mismo, 15 y me dije: «Lo que le
espera al necio también me espera a mí, así que de nada me sirve tanta
sabiduría. ¡Hasta eso es vana ilusión! 16 Porque nunca nadie se
acordará ni del sabio ni del necio; con el correr del tiempo todo se olvida, y
sabios y necios mueren por igual.»
17 Llegué a
odiar la vida, pues todo lo que se hace en este mundo resultaba en contra mía.
Realmente, todo es vana ilusión, ¡es querer atrapar el viento! 18 Llegué a odiar también
todo el trabajo que había realizado en este mundo, pues todo ello tendría que
dejárselo a mi sucesor. 19 Y una
cosa era segura: que él, ya fuera sabio o necio, se adueñaría de todo lo que
con tanto trabajo y sabiduría logré alcanzar en este mundo. ¡Y esto también es
vana ilusión!
20 Al ver lo
que yo había hecho en este mundo, lamenté haber trabajado tanto, 21 pues hay quien pone
sabiduría, conocimientos y experiencia en su trabajo, tan sólo para dejárselo
todo a quien no trabajó para obtenerlo. ¡Y también esto es vana ilusión y una
gran injusticia!
22 En fin,
¿qué saca el hombre de tanto trabajar y de tanto preocuparse en este mundo? 23 Toda su vida es de
sufrimientos, es una carga molesta; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y
esto también es vana ilusión!
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