Dejemos pues de pensar que nuestra felicidad depende de
lo que seamos o no seamos
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Bendiciones,
Enio.
Meditación Diaria
DE
QUÉ DEPENDE NUESTRA FELICIDAD
LUCAS 11:28 “Felices sean más bien —contestó Jesús—
los que oyen la palabra de DIOS y la
obedecen”.
A veces la felicidad se torna tan rara que pensamos que los finales felices
son sólo cosa de los cuentos de hada. Siempre estamos esperando que vamos a poder
vivir “felices para siempre” pero no hemos terminado de salir de una prueba
cuando nos llega otra quizá un poco más difícil. Parte
del problema es que asociamos las pruebas y dificultades con la infelicidad.
Nuestro
concepto de una vida feliz es una vida libre de preocupaciones en completa paz
y tranquilidad. Éste sí es un concepto sacado de los
cuentos de hada. No hace falta estar libre de pruebas y tropiezos para ser
feliz puesto que la felicidad del hijo de DIOS no depende de las circunstancias
que lo rodean sino de la fortaleza de la relación que mantiene con DIOS.
Un
ejemplo de éllo lo encontramos en el relato de la tormenta que se presentó
cuando el Señor Jesús y sus discípulos cruzaban el lago de Genesaret en una
barca. Mientras que los apóstoles estaban todos desesperados por la intensidad
de las olas que amenazaban con voltear la embarcación, el Señor Jesús dormía
plácidamente en la cubierta de la nave.
Otro
ejemplo nos lo da el apóstol Pablo cuando escribe: “Sé lo que es vivir en la pobreza, y
lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas
y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a
tener de sobra como a sufrir escasez.”
Dejemos pues de pensar que nuestra
felicidad depende de lo que seamos o no seamos o de lo que tengamos o no
tengamos. Nuestra felicidad
sólo depende de nuestra relación con DIOS y de cuánto le hayamos permitido al
Señor Jesús controlar nuestra vida. ¡DIOS
tiene preparado para nosotros un verdadero final feliz!
¡Sólo a DIOS sea la gloria!
OREMOS: Necesito y deseo intensamente que mi relación Contigo Señor, sea genuina,
pues sé que en Tí puedo hallar la felicidad. Te ruego en este día me muestres
cuáles son las raíces de mi infelicidad y revélame lo que esta torcido en mi
corazón.
Te pido ahora que me ayudes a hacerme tiempo para estar contigo
diariamente, leyendo Tu preciosa Palabra, ese regalo de amor que me has dado.
Oro para que todo lo que vayas a decirme quede grabado en mi corazón y en mi
mente, a medida que alcanzo una mayor comprensión de Quién eres Tú y de lo
mucho que me amas. ¡Gracias Señor! En el nombre de Jesús, amén.
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