Te lo pido Señor…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN DEL YO
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MATEO 16:24-25 "Señor,
tú dijiste: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome
su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá;
y todo el que pierda su vida por causa de mí, la
hallará”".
Estas
palabras tan difíciles de entender, son aún más difíciles de vivir. Sin
embargo, quiero vivirlas. Sólo que no sé cómo. Una parte del problema es que no
sé lo que Me estás pidiendo. Y otra parte del problema es que sí lo sé.
Ayúdame
a entender lo que estás haciendo en mi vida, Señor, y cómo lo estás haciendo.
Me estás transformando a Tu semejanza —y lo estás haciendo de día en día, de
decisión en decisión. Gracias por esta maravilla en aumento. Y ayúdame, cada
vez más, a trabajar Contigo para que eso suceda. Por tanto, Te pido:
Que
pueda sentir el peso de esa cruz en cada pensamiento que tenga, para que mis
pensamientos puedan morir, y los Tuyos vivir.
Que
pueda sentir la dureza de la madera de la cruz en cada palabra que diga mi
boca, para que mis palabras puedan ser silenciadas y las tuyas escuchadas.
Que
pueda sentir la aspereza de la superficie de la cruz en todo lo que haga, para
que lo que hago sea lo que tú harías si estuvieras aquí. Porque así es como
estás aquí. Por medio de mí.
Que
cuando me sienta tentado a tener un concepto más alto de mí mismo que el que
deba tener, recuerde que aunque existías “en forma de
DIOS, no estimaste el ser igual a DIOS como cosa a que aferrarte, sino que Te
despojaste a Tí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.
Y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Tí mismo, haciéndote
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8).
Que
cuando me siento tentado a responder con aspereza a las palabras duras, me
ayudes a hacer realidad el ejemplo que me diste en la cruz, de que mientras
eras vituperado, no respondiste con maldición; de que mientras padecías, no
amenazabas, sino que encomendabas Tu causa a Aquel que juzga correctamente.
Que
cuando me sienta tentado a actuar con egoísmo, me atraigas de nuevo a Tu cruz,
donde Te diste de una manera tan plena y generosa. A Tus verdugos diste Tu
perdón. A un ladrón arrepentido, el paraíso. A Tu madre, un hijo.
Que
nunca me canse de vivir así, Señor, buscando reposo de la responsabilidad de
esa cruz, entendiendo que este morir al yo no es una crucifixión de una sola
vez, sino un estilo de vida.
Todo
ésto Te lo pido en Tu Nombre, amén.
—Ken
Gire—
OREMOS: Ayúdame a entender lo que estás
haciendo en mi vida, Señor,
y cómo lo estás haciendo. Me estás transformando a Tu
semejanza
y lo estás haciendo de día en día, de decisión en
decisión.
Gracias por esta maravilla en aumento. Y ayúdame, cada
vez más,
a trabajar Contigo para que éso suceda.
En el nombre de Cristo, amén.
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