Para los creyentes en JESUCRISTO.
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Bendiciones,
Enio
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1ª PEDRO 3:13-18
13 ¿Quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? 14 Pero
también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois.
Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os inquietéis. 15 Al contrario, santificad
a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para
presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en vosotros. 16 Tened buena conciencia, para que en lo que murmuran
de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra
buena conducta en Cristo. 17 Mejor
es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que
haciendo el mal.
18 Asimismo, Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
Para los
creyentes en JESUCRISTO, la condición de la humanidad perdida debe ser
aleccionadora y motivadora. Efesios 2.12 dice que estábamos “separados de Cristo... sin esperanza y sin DIOS en
el mundo”. ¿Hay algo
peor que esto? Si no hay una relación con DIOS a través de Su HIJO, no hay
esperanza de salvación.
JESUCRISTO vino
al mundo para sufrir el castigo por nuestro pecado, y experimentar la muerte
que merecíamos. Al hacerlo, satisfizo las demandas de justicia de DIOS,
eliminando así la culpa y la condenación de quienes creen en ÉL como SALVADOR y
SEÑOR. El resultado es que quienes antes estaban “lejos, [han] sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (1ª Pedro 3:13).
Ahora bien,
quienes hemos recibido esta esperanza estamos llamados a compartirla con los
demás. Sin embargo, la gente no puede saber que el Señor JESUCRISTO es la única
esperanza, a menos que sepan de ÉL por medio de nosotros. Como dice Pedro, esta
tarea no siempre es fácil porque algunas personas son hostiles a nuestro
mensaje. No obstante, estamos llamados a “dar razón de la esperanza” que hay en nosotros “con mansedumbre y
reverencia” (1ª
Pedro 3:15).
Nuestro
testimonio de JESUCRISTO debe ser evidente tanto en nuestras palabras como en
nuestras acciones. A medida que el ESPÍRITU SANTO comienza la obra de renovar
nuestra mente con la Palabra de DIOS, nuestras actitudes y conducta se vuelven
cada vez más parecidas a las de CRISTO. Y ese es un testimonio poderoso para un
mundo sin esperanza. CRISTO ofrece una vida transformada ahora mismo, y la
promesa de vida eterna para todos los que vengan a ÉL en arrepentimiento y fe.
Así que, ¡compartamos nuestra esperanza!
OREMOS:
PADRE Celestial ayúdanos, a través del ESPÍRITU SANTO a llevar Tu Palabra a
todos nuestros semejantes y que se haga Tu voluntad. En el nombre de CRISTO,
amén.
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