JUE 30
Confiar
en el SEÑOR es la clave.
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esta meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
EL REMEDIO PARA TU TRISTEZA
SALMO 31:9-10 “Tenme compasión, SEÑOR, que estoy
angustiado; el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con mi
cuerpo! La vida se me va en angustias, y los años en lamentos; la tristeza está
acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando.”
Todo ser
humano durante el transcurso de su vida experimenta en algún momento tristeza
en mayor o menor grado. Este sentimiento se repite una y otra vez durante
nuestra existencia y las causas que lo motivan son muy variadas. La pérdida de
un ser querido, la ruptura de una relación sentimental, problemas relativos a
los hijos, una mala situación económica y otras razones por el estilo pueden
hacernos caer en un estado de tristeza tan profunda que lleguen a agotar
nuestras fuerzas.
En el pasaje
de hoy, en medio de una muy difícil situación, el rey David nos habla de este
tipo de tristeza. Dice: “el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con
mi cuerpo!”. Después declara que sus fuerzas se agotan y siente que hasta sus
huesos “se van debilitando.”
¿Qué debemos
hacer cuando nos sentimos tristes? La Palabra de DIOS nos da pautas a seguir
para combatir la tristeza y sentir paz y gozo en nuestros corazones. JESÚS
advirtió a Sus discípulos
“En
el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).
Nadie está exento de pasar por momentos de aflicción y tristeza. La diferencia
radica en la manera de reaccionar en esos momentos.
En el pasaje
de hoy, David clama por la misericordia de DIOS. Más adelante en el versículo
14 de este Salmo 31, él declara: “Pero yo, oh Señor, en ti confío; digo: Tú
eres mi DIOS.” De esta manera reaccionó David en
medio de su aflicción: clamó a DIOS, confió en ÉL y el SEÑOR lo escuchó. Así
dice el versículo 22: “Pero tú oíste mi voz suplicante cuando te
pedí que me ayudaras”. Si meditamos en la experiencia del
rey David llegaremos a la conclusión de que él encontró remedio para su
tristeza clamando a DIOS y confiando en ÉL.
Muy difícilmente podemos escapar a los momentos de
tristeza en nuestras vidas, pero podemos aprender de esta enseñanza lo que
debemos hacer para que nuestros corazones y todo nuestro ser estén llenos de la paz de DIOS. Confiar en el
SEÑOR es la clave.
OREMOS: PADRE Santo, me postro delante de Tu trono de gracia, trayendo ante
Tí mi tristeza y mi desaliento. A Tí clamo desde
lo más profundo de mi corazón sabiendo que Tú puedes cambiar mi lamento y darme
de Tu paz. En el nombre de JESÚS, amén.
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