2ª CORINTIOS 1:3-4 “Padre de misericordias y DIOS de toda consolación, […] nos consuela en todas nuestras tribulaciones…”
Una facultad de medicina, en Nueva York, ofrece una oportunidad singular a los alumnos que se especializan en geriatría: durante diez días, residen en un hogar de ancianos y experimentan cómo es la vida allí. Aprenden lo difícil que es maniobrar una silla de ruedas, ser levantado de la cama con un elevador y tomarse de la barra de la ducha estando sentado.
Uno de éllos aprendió lo importante que son algunas cosas simples, como colocar los nombres de los pacientes a menor altura en las puertas, para que encuentren sus habitaciones con más facilidad, o poner el control remoto del televisor en un lugar accesible. Aunque los estudiantes no alcanzan a identificarse por completo con la situación, estarán mejor capacitados para servir a los ancianos en el futuro.
A veces, DIOS nos da la oportunidad de utilizar las lecciones que aprendimos y el consuelo que ÉL nos concedió en momentos difíciles, para ayudar a otros de manera especial. Pablo lo señaló cuando dijo: «Bendito sea el DIOS y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y DIOS de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación…» (2ª Corintios 1:3-4).
¿Estás utilizando, para beneficio de la vida de otros, las lecciones que aprendiste durante tus pruebas? Recuerda: aún las cosas pequeñas pueden significar mucho. DIOS no nos consuela para que nos sintamos confortables, sino para convertirnos en Sus colaboradores y consoladores.
OREMOS: Bendito PADRE Celestial, gracias por Tu amor y Tu misericordia que has manifestado tantas veces en mi vida. Ayúdame a sentir esa misma misericordia por aquellos que están atravesando tribulaciones y necesitan ser consolados. Al anhelar poner en práctica todo aquello que me has enseñado, te ruego me capacites para percibir toda oportunidad que se presente delante de mí para ofrecer Tu consuelo, y de manera que solamente Tu nombre sea glorificado. Te lo pido en el nombre de JESÚS, amén.
**Leer 2ª Corintios 1:3-7
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