JAMÓN Y HUEVOS
Nuestro Pan Diario
**Leer: 2ª Crónicas 16:1-9 (DHH)
2a CRÓNICAS 16:9 “Pues el Señor está atento a lo que ocurre en todo el mundo, para dar fuerza a los que confían sinceramente en él.”
En la fábula del pollo y el cerdo, los dos animales hablan de abrir un restaurante juntos. Cuando elaboran el menú, el pollo sugiere servir jamón y huevos. El cerdo objeta de inmediato, diciendo: «No, gracias, yo, así, estaría comprometido, pero tú solamente participarías».
Aunque el cerdo no quería formar parte de un plato, su discernimiento respecto al compromiso me resulta aleccionador para aprender a seguir mejor a DIOS de todo corazón.
Para proteger su reino, Asa, el rey de Judá, procuró romper una alianza entre los reyes de Israel y Siria. Para lograrlo, le envió tesoros personales y «el oro y la plata de los tesoros del templo del Señor… » a Ben-adad, el rey de Siria (2ª Crónicas 16:2), el cual accedió y retiró sus ejércitos.
Pero Hanani, el profeta de DIOS, calificó a Asa de necio por depender de la ayuda humana en vez de apoyarse en el SEÑOR que había entregado en sus manos a otros enemigos. Hanani afirmó: « Pues el Señor está atento a lo que ocurre en todo el mundo, para dar fuerza a los que confían sinceramente en él.» (v. 9).
Al enfrentar nuestras propias batallas y desafíos, recordemos que DIOS es nuestro mejor aliado. ÉL nos fortalece cuando estamos dispuestos a «ofrecerle» un compromiso de todo corazón.
OREMOS: SEÑOR, ayúdame a depender más de Tí que de lo que me rodea. Por CRISTO JESÚS, amén.
**Leer: 2ª Crónicas 16:1-9 (DHH)
Pero en el año treinta y seis del reinado de Asá, el rey de Israel, Baasá, fue a atacar a Judá, y fortificó Ramá para cortarle toda comunicación al rey de Judá. 2 Entonces Asá sacó el oro y la plata de los tesoros del templo del Señor y del palacio real, y los envió a Ben-hadad, rey de Siria, que tenía su residencia en Damasco. También le envió este mensaje: 3 «Hagamos tú y yo un pacto, como hicieron nuestros padres. Aquí te envío oro y plata. Rompe el pacto que tienes con Baasá, rey de Israel, y así me dejará en paz.» 4 Ben-hadad aceptó la proposición del rey Asá, y envió a los jefes de sus tropas a atacar las ciudades de Israel. Así conquistaron Iión, Dan, Abel-maim y todas las ciudades de Neftalí que servían de almacenes. 5 Cuando Baasá lo supo, dejó de fortificar Ramá, suspendiendo sus trabajos. 6 Entonces el rey Asá tomó consigo a todo Judá, y se llevaron de Ramá las piedras y la madera que Baasá había usado para fortificarla, y con ellas fortificó Guebá y Mispá. 7 Por aquel tiempo fue el profeta Hananí a visitar a Asá, rey de Judá, y a decirle: «El ejército del rey de Siria se te ha escapado de las manos, porque te apoyaste en el rey de Siria y no en el Señor tu Dios. 8 ¿No formaban los etiopes y los libios un ejército sumamente poderoso, con muchísima caballería y carros de combate? Sin embargo, el Señor los entregó en tus manos porque te apoyaste en él. 9 Pues el Señor está atento a lo que ocurre en todo el mundo, para dar fuerza a los que confían sinceramente en él. ¡En esto has actuado como un tonto! Porque de ahora en adelante tendrás más guerras.»
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