sábado, 16 de noviembre de 2024

PERDONADO

 

SÁB 16
Hoy no permitiré que mi pasado me impida ver el amor de DIOS.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria

PERDONADO

El Aposento Alto

**Leer Lucas 15:11-32

LUCAS 15:20 “Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos.” (DHH)

He estado en los zapatos del hijo pródigo. Viví momentos de arrepentimiento y remordimiento y debí regresar al hogar con humildad tras un traspié.

Cuando leía esta parábola siempre prestaba más atención al hijo pródigo y me perdía el enfoque maravilloso y que cambia nuestra vida que tiene el pasaje: el amor de DIOS. Igual que el padre en el relato, nuestro PADRE Celestial siente un profundo amor por cada uno de nosotros.

DIOS está mirando el camino, atento al horizonte y cuando ve que un corazón se vuelve o a una criatura de vuelta a casa, DIOS no espera. Tal como lo hizo el padre del hijo pródigo, DIOS corre hacia cada persona quebrantada.

Cada una es arropada en amor cuando DIOS nos da la bienvenida de regreso al hogar. No hay sermones, retos ni penitencias, sólo el amor perfecto e incondicional del PADRE.

Cuando reconocemos y aceptamos el amor de DIOS, no debemos de vivir apenados, avergonzados o lamentando nuestro pasado. En cambio, podemos compartir el alivio sentido por el hijo pródigo y vivir en el amor de DIOS.

OREMOS: Amado PADRE, ayúdanos a saber que somos perdonados y a recibir tu amor. En el nombre de CRISTO, amén.

SR. Stephen Johnson (California EE.UU.)

**Leer Lucas 15:11-32 (DHH)

LA PARÁBOLA DEL PADRE QUE RECOBRA A SU HIJO (EL HIJO PRÓDIGO)

Jesús contó esto también: «Un hombre tenía dos hijos, y el más joven le dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me toca”. Entonces el padre repartió los bienes entre ellos. Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo lo derrochó llevando una vida desenfrenada. Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo una gran escasez de comida en aquel país, y él comenzó a pasar hambre. Fue a pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Y tenía ganas de llenarse con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Al fin se puso a pensar: “¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra DIOS y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores.” Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo: “Padre mío, he pecado contra DIOS y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.” Pero el padre ordenó a sus criados: “Saquen pronto la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a celebrar esto con un banquete! Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.” Comenzaron la fiesta.

Entre tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Cuando regresó y llegó cerca de la casa, oyó la música y el baile. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. El criado le dijo: “Es que su hermano ha vuelto; y su padre ha mandado matar el becerro más gordo, porque lo recobró sano y salvo.” Pero tanto se enojó el hermano mayor, que no quería entrar, así que su padre tuvo que salir a rogarle que lo hiciera. Le dijo a su padre: “Tú sabes cuántos años te he servido, sin desobedecerte nunca, y jamás me has dado ni siquiera un cabrito para tener una comida con mis amigos. En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas para él el becerro más gordo.”

»El padre le contestó: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero había que celebrar esto con un banquete y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.”»

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