¿DIOS escucha realmente tus oraciones?
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
ORACIONES PERSEVERANTES
Nuestro Pan Diario
SALMO 141:2 “Suba mi oración delante de ti
como el incienso.”
«Las oraciones son inmortales» es la llamativa frase de E. M. Bounds, cuyos escritos clásicos sobre la oración han inspirado a varias generaciones. Sus comentarios sobre el poder y la naturaleza perdurable de nuestras oraciones siguen diciendo: «La muerte puede cerrar los labios que las han expresado, el corazón que las sintió quizá deje de latir, pero las oraciones continúan vivas delante de DIOS; […] sobreviven a una generación, a una era, a un mundo».
¿Alguna vez te preguntaste si tus oraciones —en particular, las que nacieron en una dificultad, un dolor o un sufrimiento— llegan a DIOS?
Las profundas palabras de Bounds nos recuerdan la importancia de nuestras oraciones, al igual que Apocalipsis 8:1-5**. La escena es en el cielo (v. 1), el trono de DIOS y el centro de control del universo. Los asistentes están frente a DIOS (v. 2), y un ángel —como los sacerdotes de la antigüedad— ofrece incienso y las oraciones de «todos los santos» (v. 3). ¡Qué alentadora es esta imagen de las oraciones ofrecidas a DIOS en el cielo (v. 4)!
Cuando pensamos que nuestras oraciones tal vez quedaron en el camino o se olvidaron, esta visión nos consuela e impulsa a seguir orando, ¡porque nuestras oraciones son preciosas para DIOS! — Arthur Jackson
OREMOS: PADRE, ayúdame a descansar en que tus oídos están atentos a nuestras oraciones. En el amor de CRISTO, amén.
Apocalipsis 8:1-5**
Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
2 Luego vi los siete ángeles que estaban de pie ante Dios, y se les dieron siete trompetas. 3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4 El humo del incienso con las oraciones de los santos subió de la mano del ángel a la presencia de Dios. 5 Y el ángel tomó el incensario, lo llenó del fuego del altar y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, voces, relámpagos y un terremoto.
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