¿Dificultades?
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
NO ES EL TAMAÑO, SINO CÓMO MANEJO EL PROBLEMA
Renuevo de Plenitud
ISAÍAS 54:1-3 "Grita de júbilo, oh estéril,
la que no ha dado a luz; prorrumpe en gritos de júbilo y clama en alta voz, la
que no ha estado de parto; porque son más los hijos de la desolada que los
hijos de la casada-dice el SEÑOR. Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las
cortinas de tus moradas, no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus
estacas. Porque te extenderás hacia la derecha y hacia la izquierda; tu
descendencia poseerá naciones, y poblarán ciudades desoladas".
El 1 de
marzo de 1997, Greg estaba en Bossier City, Louisiana, adonde había viajado
desde su casa en Kentucky para asistir a mi conferencia de dos días sobre
liderazgo.
Cuando la
conferencia concluyó, abordó un avión y se dirigió a St. Louis en la primera
etapa del viaje de regreso a su casa, pensando con entusiasmo en la forma de
poner en acción el entrenamiento sobre liderazgo que había recibido.
Cuando llegó
al aeropuerto en St. Louis para tomar su conexión a Lexington, se sorprendió al
descubrir que su vuelo estaba atrasado debido al mal tiempo en Kentucky. Cuando
la demora se transformó en la cancelación del vuelo, Greg tuvo que quedarse a
pasar la noche en St. Louis. En realidad, no le dio mucha importancia al
percance. Estaba acostumbrado a viajar y sabía que tales situaciones suelen
presentarse. A la mañana siguiente, tomó el primer vuelo que lo sacó de St.
Louis.
Solo cuando
aterrizó en Lexington se dio cuenta de la magnitud del problema causado por el
mal tiempo.
Mientras
conducía desde el aeropuerto rumbo al norte, hacia Cynthiana, empezó a ver los
efectos de la lluvia torrencial que había hecho que su vuelo fuera cancelado.
Cuando supo que el río Licking, que pasaba por Cynthiana se había desbordado,
empezó a preocuparse por su tienda. Se fue directamente hacia allá, esperando
encontrarse con que todo estaba bien. La distancia de treinta millas se le
hicieron una eternidad.
Cuando
finalmente llegó, encontró que toda el área estaba inundada. A doscientos
metros de su tienda, pudo ver únicamente el techo y el letrero: PAYLESS FOOD
CENTER. El resto estaba bajo agua.
Desmoralizado,
se dirigió a su casa, pero ni siquiera pudo llegar cerca.
Durante tres
días vivió con su hermana en Lexington, esperando que el nivel del agua bajara
y pensando qué podría hacer. Llamó a su agente de seguro para descubrir que las
cosas se ponían peor. Tenía todos los seguros imaginables, menos el de
inundación. El seguro no le servía de nada.
Entre esto y
aquello, transcurrieron cinco días hasta que pudo entrar a la tienda. Cuando
abrió las puertas, se encontró con una devastación total.
Ahí estaba,
parado en medio de quinientos mil dólares en mercadería y bienes totalmente
destruidos. La caja registradora electrónica estaba llena de agua sucia, y una
cámara frigorífica de quinientas libras donde acostumbraba tener las bolsas de
hielo, había sido alzada por el agua y lanzada sobre uno de los mesones de la
tienda. Era la clase de situaciones que hace que cualquiera persona desee salir
de allí, cerrar las puertas y no volver jamás.
«Hasta ese
punto, no tenía salida», recuerda Greg. Al darse cuenta que la tragedia había
hecho fracasar su negocio, pudo haberse dado por derrotado. «Pude haberme
declarado en bancarrota, pero rehusé hacer eso. Fue en ese momento que recordé
los principios sobre liderazgo que había aprendido solo unos días atrás. No es
lo que me suceda a mí, sino lo que sucede en mí. No es el tamaño del problema,
sino cómo manejo el problema. Cuando caigo, tengo que levantarme. Estaba
decidido a superar esa experiencia».
Se aseguró
que el edificio estuviera aún estructuralmente sólido aunque el interior no
sirviera para nada. Todo lo que había adentro hubo que retirarlo, a mano. Fue
necesario hacer veintidós viajes de camión para limpiar completamente el
interior de basura.
Fue
necesario reemplazar todas las cajas registradoras. Hasta el piso hubo que
ponerlo nuevo. Greg y su personal trabajaron incansablemente de la mañana a la
noche. Después de una inversión de un millón de dólares, la tienda pudo ser
abierta nuevamente y todo ocurrió en nada menos que en dieciséis milagrosos
días.
La tienda
permaneció cerrada sólo veintiún días después de la inundación.
Maxwell,
John C.: El Lado Positivo Del Fracaso; Failing Forward. Thomas Nelson, Inc.,
2000; 2003, S. 76
Lo
importante en la vida es no darse por vencido, sino volver a empezar. Con DIOS
siempre hay un día para un nuevo comienzo. ÉL hace nueva todas las cosas y nos
invita a cambiar nuestra actitud.
“Grita
de júbilo, oh estéril, la que no ha dado a luz; prorrumpe en gritos de júbilo y
clama en alta voz, la que no ha estado de parto; porque son más los hijos de la
desolada que los hijos de la casada -dice el SEÑOR. Ensancha el lugar de tu
tienda, extiende las cortinas de tus moradas, no escatimes; alarga
tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás hacia la derecha y
hacia la izquierda; tu descendencia poseerá naciones, y poblarán ciudades
desoladas.” Isaías 54:1-3
OREMOS: Gracias SEÑOR por este nuevo día que me
das, por las bendiciones recibidas hasta este momento, por el amor de mi
familia, por la salud que nos prestas, por mi trabajo, por las pruebas y muestras
de Tu amor. Ayúdame SEÑOR a cambiar de actitud frente a las pruebas, a superar
los problemas y a no darme por derrotado. Con Tu ayuda lo puedo todo. En el
nombre de CRISTO, amén.
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