ISAÍAS 43:4 “Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra”
Las personas que tratan de ser simpáticas y agradables, muchas veces te preguntan:«¿Siempre ocupado?» ¿Bastante atareado con tus labores? La pregunta parece inocente, pero para mí transmite un mensaje sutil. En el fondo, constituye una prueba del valor personal. Si no puedo recitar una lista de cosas que tengo que hacer, siento como si estuviera admitiendo que no valgo demasiado. Pero ¿DIOS determina nuestro valor por lo ocupados que estamos? ¿Calcula nuestra estima por la cantidad de cosas que logramos? ¿Nos recompensa por vivir al borde del agotamiento y descuidar nuestra vida?
Uno de los primeros versículos que aprendí cuando era niña fue Mateo 11:28: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar». En aquella época, no tenía mucho sentido para mí porque no entendía qué significaba el cansancio. Pero ahora que soy adulto, me siento tentado a mantener el ritmo de este mundo para no quedarme atrás. Sin embargo los seguidores de Cristo no tienen por qué vivir así, ya que ÉL no sólo nos libertó de la esclavitud del pecado, sino también de la tiranía de tener que demostrar cuánto valemos.
Para DIOS valemos mucho, ya que pagó un precio muy alto, entregó a Su propio hijo por nosotros, precio de sangre, lo que nos hace pensar que el valor que nosotros tenemos para DIOS es muy alto. Nadie tiene mayor amor que éste, que entregó la más preciado por tí y por mí, y debería ser solo ese concepto el que nos influencie.
Alcanzar muchos logros para DIOS puede hacernos sentir importantes, pero lo que realmente nos hace valiosos para ÉL ahora, es lo que le permitimos llevar a cabo en nosotros: hacernos conforme a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:28-30)**.
Nuestro valor no depende de lo que hacemos para DIOS, sino de lo que ÉL ha hecho y quiere hacer en nosotros. MMC
OREMOS: PADRE, gracias te doy por el valor que das a mi vida y por los planes que Tú tienes para mí. Perdóname cuando olvido que te he nombrado el SEÑOR de mi vida y sin embargo actúo como si yo fuera el señor. Recuérdame que Tus caminos son mejores que los míos. Dame un oído fino y un corazón receptivo para escuchar y obedecer Tus instrucciones para que Tus planes se hagan realidad en mi vida. Reconozco que soy débil y por mis propias fuerzas soy incapaz de obedecerte, pero sé que tu SANTO ESPÍRITU puede fortalecerme y dirigirme para que yo permanezca fiel a Ti. Anhelo para mi Tu camino y Tu perfecta voluntad y deseo ser transformado de contínuo a Tu semejanza. En el nombre de Jesús te lo pido, amén.
**Leer Romanos 8:28-30
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