sábado, 10 de diciembre de 2022

PERDONA Y VIVE

 

Se misericordioso.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria

PERDONA Y VIVE 

COLOSENSES 3:12-14 “Por lo tanto, como escogidos de DIOS, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.” 

Mark tenía una herida profunda, pero no era visible. De hecho, si no pensaba en élla, el dolor se desvanecía en medio de las incontables actividades en las que estaba involucrado; la clave era mantenerse activo. ¿Qué si estaba ocupado? ¡Mucho!

Mark dirige un ministerio nacional de reconciliación racial. Es un creyente que tiene treinta y pico de años y que trata de llegar a las personas de todas las razas. Con ministerio y todo, la herida estaba bien escondida, hasta que un día la herida se abrió nuevamente. El hijo de 4 años de Mark miró a su padre a los ojos y le preguntó inocentemente: «Papito, ¿tienes tú un papito?»

A Mark se le llenaron los ojos de lágrimas inmediatamente. Nunca había conocido a su padre; la ira que había sentido toda su vida por el por haberlo ignorado, le impidió experimentar —el abrazo de un padre, jugar a atrapar la pelota, consejos sobre lo que es ser un hombre— y todo éllo le quemaba las entrañas. Para su propio asombro, Mark se volvió y dijo: «Sí, y tú vas a conocer a tu abuelito.»

En unos cuantos días, Mark averiguó dónde vivía su padre. Él y su hijo emprendieron un viaje para verlo cara a cara; varios cientos de kilómetros después, llegaron a la casa de su padre. Mark hizo una pausa cuando vio a un hombre mayor salir con dificultad por la puerta frontal. Pero su hijo abrió la puerta del auto de par en par y saltó a los brazos de su abuelo, sonriendo y diciendo: «¡Abuelito, abuelito!»

A Mark se le derritió el corazón. Salió del auto y se acercó para tocar y abrazar al padre que nunca había conocido. Con el tiempo, el padre de Mark y dos medio hermanas suyas llegaron a conocer a CRISTO como Salvador personal a través del testimonio de amor y perdón de Mark. Poco tiempo después, el padre de Mark murió. En el funeral, Mark lloró de gozo. CRISTO había sanado las heridas de su corazón, y él sabía que el perdón que DIOS le había dado en CRISTO, se había manifestado a su padre por medio de él; al perdonar, había conocido un gozo más profundo.

Mostrar misericordia a quienes nos lastiman, no es propio de la naturaleza humana; es más fácil enojarse y seguir así. Justificamos nuestra falta de perdón señalando la injusticia que hubo, o el daño hecho. Pero DIOS nos manda a ser misericordiosos. Quienes hemos probado la misericordia divina, debemos practicar un estilo de vida de perdón.

¿Por qué, entonces, no obedecemos? Porque, a veces, nuestro orgullo nos lo impide. Nos enojamos cuando somos tratados con irrespeto; menospreciados cuando surge una oportunidad en el trabajo o pasados por alto a pesar de nuestro desempeño. Otras veces, pensamos sólo en la falta de disposición para cambiar de otras personas, y no perdonamos hasta que mejoren su proceder. O algunas veces hemos sido muy lastimados o tratados injustamente. Tenemos la mente tan llena de dolor, que nos quedamos atascados en el pasado. No podemos ver la manera de poder perdonar. Una actitud inclemente puede tener todo tipo de consecuencias no deseadas, entre éllas relaciones rotas, yugo emocional, e indiferencia para con el SEÑOR.

Cuanto más nos aferremos a nuestro enojo, más afectada se verá nuestra comunión con otras personas y con nuestro PADRE Celestial. Con el tiempo, podemos volvernos amargados y hostiles, lo que desde luego no se ajusta a lo que somos en CRISTO.

Es difícil perdonar a quienes nos calumnian, tratan mal, o hieren a nuestros seres queridos. Pero su comportamiento para con nosotros no es una razón para negarles la misericordia. DIOS nos llama a perdonar, así como ÉL nos perdonó; con Su ayuda, podemos hacerlo.

¿Hay alguien a quien tú necesitas perdonar? ¿Qué te detiene?

OREMOS: PADRE Celestial, gracias por las pruebas y muestras de Tu amor. Ayúdame a ser misericordioso, perdonar y hacer las cosas que Te agradan. Bendice a mis seres queridos. En el nombre de CRISTO, amén.

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