Ten fe.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
DEL TAMAÑO DE UNA BALLENA
SALMOS 71:19
“¡Tú has hecho grandes cosas! DIOS ¿quién como tú?”
Una caricatura mostraba dos esquimales
pescando a través de huecos en el hielo. Uno de los esquimales abrió un pequeño hueco, del tamaño de
una pelota de fútbol, para poder ver el agua. El
otro abrió un hueco inmenso, que parecía alcanzar la extremidad del horizonte,
de la forma de una ballena.
Analicemos la caricaturiza descrita
arriba, podemos reflexionar con respecto a nuestra fe. ¿Qué estamos esperando?
¿Hasta qué punto confiamos en aquello qué estamos buscando? Nuestra
esperanza ha sido pequeña, casi imperceptible, o ¿no puede ser medida,
alcanzando mas allá de nuestros ojos físicos?
Cuando nuestra confianza es minúscula y nuestros anhelos son
limitados al alcance de nuestros ojos, como a través ¿de un pequeño hueco?, no alcanzamos
nuestros propósitos y no disfrutamos la alegría que DIOS quiere darnos.
Cuando nuestra fe es ilimitada y
aprendemos que todo es posible para DIOS y para el que cree, no hay límite para
nuestros sueños y ni para nuestra esperanza. ¿Por qué, muchas veces, no
recibimos aquello que pedimos a DIOS? Casi siempre porque pedimos y no creemos, realmente, que recibiremos.
Cuántas veces ya dijimos a nosotros mismos: “Sé que
difícilmente recibiré lo que estoy pidiendo”?
Estamos necesitando una grande bendición
pero, nuestra fe y nuestra esperanza, son mucho más pequeñas. Oramos pidiendo mucho y esperamos
apenas recibir poco.
Más felices seremos cuando pidamos poco,
creyendo que podremos recibir mucho. DIOS sabe lo que es mejor para nosotros y
el tamaño del “hueco” espiritual que necesitamos abrir.
No sirve de nada que pesquemos a través
de un pequeño hueco, del tamaño de una pelota de fútbol, si pretendemos pescar
una ballena.
Es mejor que construyamos un hueco del
tamaño de una ballena, pues, si el pescado que DIOS considera enviarnos es
pequeño, ¡de cualquier forma lo pescaremos!
OREMOS: Gracias PADRE Celestial porque cada día renuevas mis fuerzas, refrescas mi fe y me alientas a continuar, recordándome que Tú estás conmigo, que no desmaye, que siga confiando y esperando en Tí, alejando así todo temor, toda incertidumbre. ¡Cuán maravilloso, hermoso y misericordioso eres SEÑOR! A Tí sea toda la gloria, la honra, y el poder eternamente. En el nombre de CRISTO, amén.
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