Mi guía y
destino…
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
MANTENER EL RUMBO
Charles
Stanley
HEBREOS
12:1-2 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y
corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en
Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él
sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de
DIOS”.
La vida cristiana es similar a una
carrera, ya que tiene un trayecto predeterminado y una línea de meta, la
eternidad. Cada creyente tiene una ruta personalizada especialmente diseñada
por el Señor. Nuestro objetivo es mantener el rumbo y correr con paciencia,
pero el camino sólo puede ser entendido y recorrido manteniendo la mirada en
Jesús. Por haber Él corrido la carrera de una manera perfecta, y mantenido el
rumbo, puede mostrarnos el camino.
Como en cualquier carrera, el recorrido
está lleno de obstáculos que amenazan con hacernos fallar o desviarnos. Las
tentaciones nos hacen imaginar exuberantes pastos verdes, mientras que el
ajetreo puede llevarnos por caminos desconocidos que terminarán agotándonos. La
preocupación y el temor se apoderarán de nuestra mente, y las emociones nos
llevarán a situaciones que el Señor nunca quiso para nosotros.
Pero, aunque los pecados son los
estorbos más evidentes, hay otros obstáculos y desvíos más sutiles. Todo lo que
tenga prioridad sobre nuestra relación con el Señor puede enviarnos por el
camino equivocado. Puesto que la participación en las actividades cotidianas de
la vida terrenal es necesaria, es fácil dejar que la familia, el trabajo y los
placeres nos aparten de una búsqueda sincera de Cristo. Para sorpresa nuestra,
aún las bendiciones de DIOS pueden convertirse en obstáculos en la carrera, si
las buscamos más que al Señor.
Debemos recordar que el objetivo no es
centrarse en la ruta, ni tratar de encontrar nuestro propio camino; sino fijar
nuestros ojos en Jesús; el Señor no sólo es nuestro guía sino también nuestro
destino. Y ÉL nos dará la bienvenida con los brazos abiertos cuando acabemos la
carrera y crucemos la meta de la eternidad.
ORACIÓN:
Señor, ayúdame para que Tú seas mi guía y mi destino
y meta por alcanzar. En el nombre de Cristo, amén.
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