sábado, 3 de marzo de 2018

CRECER Y DUDAR

DIOS escucha cuando confieso mis dudas y me da la fuerza para seguir adelante.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
CRECER Y DUDAR
El Aposento Alto
**Leer Marcos 29:14-20 8 (RVC)
MARCOS 29:24 “Al instante, el padre del muchacho exclamó:
¡Creo! ¡Ayúdame en mi incredulidad!”
Mi hija ha estado enferma desde más de dos años. Hemos visitado a varios médicos y especialistas, pero recibimos pocas respuestas. Cada vez nos han dicho que no pueden ayudarla. Esta situación me ayuda a ponerme en el lugar del padre en el relato de Marcos 9**. Sintiéndose agotado y sin esperanza cree, pero sigue cuestionando si la sanidad será posible. Yo creo en los milagros, pero cuando la desilusión y el desaliento comienzan a abrumarme, crecen las dudas y me pregunto si algún cambio será posible.
¿Cómo es posible creer y dudar al mismo tiempo? Cuando luchamos con una enfermedad crónica o angustias o crisis familiares, sólo podemos ver dónde estamos inmersos en ese momento. Algunos días es difícil seguir creyendo que las cosas van a cambiar, pero como el padre en la lectura señalada para hoy, podemos confesar nuestras dudas y pedirle al SEÑOR que nos ayude en la incredulidad. Ésto nos da la fortaleza para seguir adelante y nos recuerda que con DIOS todo es posible — aún la sanidad y el alivio del dolor tras años de enfermedad.
OREMOS: DIOS de Fortaleza, gracias por permitirnos confesar nuestras dudas e incredulidad. Ayúdanos en nuestra incredulidad.
Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
Sra, Laura Rath (Iowa, EE.UU.)
**Leer Marcos 29:14-29 (RVC)
JESÚS Y EL JOVEN ENDEMONIADO
Cuando llegaron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron rodeados de una gran multitud. Algunos escribas discutían con ellos. En cuanto la gente vio a Jesús, se quedó asombrada y corrió a saludarlo. Jesús les preguntó: «¿Qué es lo que discuten con ellos?» De entre la multitud, uno le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo. Tiene un espíritu que lo ha dejado mudo. Cada vez que se posesiona de él, lo sacude; entonces mi hijo echa espuma por la boca, rechina los dientes, y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que expulsaran a ese espíritu, pero no pudieron.» Jesús dijo: «¡Ay, gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? ¡Tráiganme al muchacho!» Cuando se lo llevaron, tan pronto como el espíritu vio a Jesús, sacudió al muchacho con violencia, y éste cayó al suelo revolcándose y echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: «¿Desde cuándo le sucede esto?» Y el padre respondió: «Desde que era niño. Muchas veces lo arroja al fuego, o al agua, con la intención de matarlo. Si puedes hacer algo, ¡ten compasión de nosotros y ayúdanos!» Jesús le dijo: «¿Cómo que “si puedes”? Para quien cree, todo es posible.» Al instante, el padre del muchacho exclamó: «¡Creo! ¡Ayúdame en mi incredulidad!» Cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu impuro y le dijo: «Espíritu sordo y mudo, ¡yo te ordeno que salgas de este muchacho, y que nunca vuelvas a entrar en él!» El espíritu salió gritando y sacudiendo con violencia al muchacho, el cual se quedó como muerto. En efecto, muchos decían: «Está muerto.» Pero Jesús lo tomó de la mano, lo enderezó, y el muchacho se puso de pie. Cuando Jesús entró en la casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» Jesús les respondió: «Estos demonios no salen sino con oración.»

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