Hoy oraré por una persona, diciendo su nombre.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LLAMADOS POR NUESTRO NOMBRE
El Aposento Alto
**Leer Juan 10:1-5
ISAÍAS 43:1 “… yo te llamé por tu nombre, tú eres mío.”
Las noticias del día trajeron nuevas imágenes de refugiados. Había visto muchas escenas de personas desoladas, apiñadas en una travesía peligrosa por el mar o en su larga marcha hacia la seguridad de una vida nueva. Esta vez se trataba de la imagen de una multitud que hacía presión contra un alambrado de púas, imposible de atravesar.
Entonces fue que por sobre la voz del comentarista escuché a alguien llamando; «¡Zaria!». De pronto ya no vi una multitud sino individuos. Al igual que Zaria, cada uno tiene su propia historia, sus propias experiencias del horror, miedo, pérdidas, dolor y sacrificios vividos, sus propias esperanzas, fe y amores.
JESÚS nos enseñó que si bien el amor de DIOS es para todo el mundo, también es a nivel muy personal. En la lectura de hoy (**Juan 10:1-5), JESÚS compara a DIOS con el pastor perfecto que conoce cada una de sus ovejas por su nombre. El SEÑOR sufrirá por cada uno y con cada uno para asegurarse que nadie se pierda.
Desde aquel día, mis oraciones cambiaron. Mi oración ya no es: «Señor, ayuda a los refugiados» sino «Señor toma en Tus brazos amorosos a Zaria y a cada refugiado e inmigrante como élla»
Mis oraciones ya no surgen de preocupaciones impersonales, sino de la compasión más íntima, más cercana a la forma en que DIOS
nos ama a cada uno de nosotros.
OREMOS: JESUCRISTO, quien nos llamas por nombre, danos Tu compasión para compartir el dolor y la alegría de cada persona que habita en un mundo plagado de injusticia y enfermedades hasta que todas nuestras oraciones se vuelvan actos de amor. En el nombre de CRISTO, amén.
Sr, Colin Harbach (Cumbria, Inglaterra)
**Leer Juan 10:1-5 (DHH)
El pastor y sus ovejas
Entonces JESÚS dijo: «Les aseguro que el que no entra en el redil de las ovejas por la puerta es un ladrón y un bandido. Pero el que entra por la puerta es el pastor que cuida las ovejas. El portero le abre la puerta, y el pastor llama a cada oveja por su nombre, y las ovejas reconocen su voz; las saca del redil, y cuando ya han salido todas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. En cambio, a un desconocido no lo siguen, sino que huyen de él, porque desconocen su voz.»
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