viernes, 5 de mayo de 2023

¿QUÉ HACER CUANDO ESTAMOS ABATIDOS?

 

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Bendiciones,

Enio

Meditación Diaria

¿QUÉ HACER CUANDO ESTAMOS ABATIDOS?

Nuestro Pan Diario

 

SALMO 38:7-8 “Estoy ardiendo de fiebre; no hay nada sano en micuerpo. Me siento débil, completamente deshecho; mi corazón gime angustiado.”

 

Cuando nos encontramos con poca salud es difícil comprender las razones de lo que nos está sucediendo. En primer lugar porque nuestras facultades se encuentran en un estado aletargado y nos cuesta hilar los pensamientos. En segundo lugar porque nuestra atención se centra en aquello que nos está causando daño o dolor y nos abstraemos del entorno. Nuestro estado de ánimo decae y nos faltan las fuerzas para emprender casi cualquier tarea.

En una especie de círculo vicioso, el desánimo va tomando más control de nuestra situación y pronto nos encontramos en un estado tal de postración que somos incapaces de levantarnos. Nuestro cuerpo, del cual hemos abusado con tareas y cargas excesivas, aprovecha el estado de desánimo e inactividad para pasarnos factura por los excesos a que fue sometido. Al final, llega la angustia para apoderarse de lo poco que nos queda sano y controlarnos como a dócil bestia de carga. La inseparable compañera del desánimo, la tristeza, hace acto de presencia para completar la situación.

No es raro ver la situación antes descrita aparecer de vez en cuando en nuestras vidas como hijos de DIOS. Vivimos vidas complicadas porque no controlamos nuestro acceso a todo aquello que demanda nuestra atención y son muchas las cosas que esta postmoderna sociedad ha desarrollado para mantenernos ocupados o entretenidos. De allí que siempre estemos muy afanados y no precisamente atendiendo las cosas más importantes. Lo peor es que nos olvidamos de cuán fácil es acudir a nuestro PADRE Celestial para pedirle que nos libre del torbellino que nos trastorna.

El rey David, cuando se vio en una situación similar, exclamó: “Yo, Señor, espero en ti; tú, Señor y DIOS mío, serás quien responda.” (Salmo 38:15). Esta simple manera de enfrentarnos exitosamente a la situación que nos agobia es la clave para alcanzar la victoria sobre las dificultades. Nuestro papel es esperar en el SEÑOR, es decir, dejar de buscarle una solución al asunto por nuestros propios medios y entregar los problemas a DIOS como demostración de la confianza que en ÉL hemos puesto.

El papel de DIOS es respondernos de acuerdo a nuestras necesidades de desarrollo espiritual, ya sea con una solución o con una lección o prueba adicional que nos ayude a madurar, aprender y mejorar nuestra relación con ÉL. Escucha la proclamación del Salmo 27:1 que dice: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo? El Señor defiende mi vida, ¿a quién habré de temer?”

Haz tuya esta declaración de fe, créela de todo corazón, confía en DIOS, deléitate en ÉL diariamente buscando una relación cada vez más íntima. Como resultado, los temores desaparecerán y podrás disfrutar de una vida de paz y esperanza como ha planeado DIOS para tí.

Ya lo sabes: Tú esperas y el SEÑOR responde y ¡Sólo a DIOS sea la gloria!

OREMOS: Amante PADRE Celestial, te doy gracias por Tu promesa de responder al clamor de Tus hijos. En medio de la prueba y el dolor, clamo a Tí confiando en Tu poder y Tu misericordia. Ayúdame a vivir en comunión contigo y que pueda yo declarar que Tú eres mi PASTOR, que cuidas siempre de mí y que no tengo que temer a nada. En el nombre y amor de CRISTO JESÚS, amén.

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