sábado, 21 de diciembre de 2013

¿Y TÚ, QUÉ VAS A OFRECER?

¿Y tú qué vas a ofrecer…?
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria 
LA NUEZ EN LA NAVIDAD
JUAN 15:5 “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.”
Llegan las fiestas y todo se pone color rojo y blanco. En los países del hemisferio norte como es invierno, se promocionan las comidas calóricas como nueces, avellanas, pavo asado y otras delicias. Lo que nunca entendí es por qué en países sudamericanos, con grados de temperatura de hasta 30 grados de calor imitamos esa tradición culinaria. A pesar de la contradicción los supermercados hacen grandes ofertas navideñas de estos productos.
Comentaba un hermano en la iglesia que plantó dos nogales en su campo. Durante diez años uno dio nueces regularmente, pero el otro no. A pesar de los cuidados que le dio a ambas plantas, una permanecía sin dar frutos. Hasta que sin esperarlo, el nogal dio ¡una nuez!. Y comentaba este hombre la felicidad que tenía al ver que finalmente el árbol que no daba nada, al menos este año había dado una nuez.
Y comparaba a ese nogal con nuestra vida. Nuestro DIOS en Su eterno amor nos plantó en Su terreno y nos alimenta, sostiene, nutre, cuida, alienta y bendice. Nos hizo parte de Su familia, nos adoptó como hijos, nos salvó por pura gracia y espera ver algún fruto en nuestra vida, que Le de gloria. Como un paciente labrador, nos abona, nos riega, nos protege y espera.  Pero a veces somos como ese nogal caprichoso y egoísta que recibe y no da nada.
Estamos demasiado ocupados en nuestras necesidades o urgencias, en terminar los estudios, en lograr el aumento en el trabajo, en cambiar el celular, en conseguir novi@, en ser popular, en divertirnos, en buscar éxito, que nos olvidamos de darle a DIOS, el fruto que está esperando.
Y a pesar de Su generosidad y amor, recibimos y demandamos todo de DIOS pero no Le damos nada. El nogal de nuestra vida no da ni una nuez, y el Labrador Eterno sigue esperando un fruto de nosotros. A veces somos como esa nuez, que para dar lo que tenemos dentro, hay que agarrarla a martillazos para romper la dura cáscara y ofrecer el rico fruto.
En el capítulo 15 de Juan, Jesús habla de dos categorías de pámpanos o de ramas que dan racimos de uva, el que da fruto fructífero y el que no da fruto. Los pámpanos que ya no dan fruto, ya no tiene la vida que procede de la vid, aquí está hablando que así como las ramas deben estar unidas a la vid, así el cristiano debe permanecer unido a Jesucristo para llevar fruto, y no sólo fruto sino dice la Biblia mucho fruto, y no sólo mucho fruto sino fruto en abundancia, como alguien alguna vez me enseñó DIOS no hace malas inversiones, DIOS ha hecho inversión en nosotros, pero ÉL quiere que llevemos fruto.
En este tiempo de fiestas, regalos, recuerdos y presentes, ¿Qué vas a ofrecerle a DIOS?… y cuando pasen las fiestas, ¿Qué vas a ofrecerle a DIOS?
Que tu vida sea un nogal lleno de nueces, para la gloria de DIOS.
ORACIÓN: DIOS mío, ayúdame a ser una persona que con sus acciones pueda agradarte y Te pueda llevar mucho fruto y en abundancia. Te lo pido en nombre de Cristo, amén
LECTURA BIBLICA: Juan 15:1-8
»Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. Ustedes ya están limpios por las palabras que les he dicho. Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí.
»Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego.
»Si ustedes permanecen unidos a mí, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará. En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos.


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