martes, 3 de junio de 2014

EL ENCUBRIMIENTO, APESTA

Perdónanos Señor…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
EL ENCUBRIMIENTO, APESTA
SALMO 32:1 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.”
Sucedió en Liverpool, Inglaterra. El olor que salía de un basurero desbordado se convirtió en una creciente preocupación pública. Entonces, los obreros instalaron unos tubos de alta presión que lanzaban desodorante para contrarrestar el hedor. Los cañones podían rociar varios litros de perfume por minuto, a más de 50 metros de distancia en todos los montículos de basura podrida. Sin embargo, por más litros de desodorante que se hayan rociado para tapar los olorosos desechos, la fragancia sólo servirá como encubrimiento hasta que se quite la fuente de la hediondez.
El rey David también trató de encubrir algo. Después de adulterar con Betsabé, intentó valerse del silencio, el engaño y la devoción para tapar su fracaso moral (2a Samuel 11–12). En el Salmo 32, habla de haber experimentado el intenso dolor y pena que sentía por haber pecado y que sentía haberle fallado a DIOS mientras guardó silencio. Incapaz de seguir soportando ese sentimiento, David reveló su pecado al reconocerlo, confesarlo y arrepentirse de haberlo cometido. Ya no necesitaba encubrirlo porque el Señor lo había perdonado.
Es inútil tratar de esconder nuestro pecado. El hedor de la desobediencia se filtrará a través de cualquier cosa que usemos para tratar de encubrirlo. Reconozcamos ante DIOS la basura que hay en nuestro corazón y experimentemos la renovadora limpieza de su gracia y su perdón.
Reconoce tu pecado y experimenta el gozo de la confesión.

ORACIÓN: 9 ‘Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea Tu nombre. 10 Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, Así en la tierra como en el cielo. 11 Danos hoy el pan nuestro de cada día. 12 Y perdónanos nuestras deudas (ofensas, pecados), como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores (los que nos ofenden, nos hacen mal). 13 Y no nos metas (no nos dejes caer) en tentación, sino líbranos del mal (del maligno). Porque Tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén  Mateo 6: 9-13 (Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy)



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