DIOS, y las
muestras de Su amor
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Bendiciones,
Enio.
Meditación diaria
DIOS
SIEMPRE LLEGA EN EL MOMENTO JUSTO
Autor
desconocido
SALMOS 46:1 “DIOS es nuestro refugio y nuestra fuerza;
nuestra ayuda en momentos de angustia.”
Todos los Domingos por la tarde, después del servicio
mañanero en la iglesia, el Pastor y su hijo de 11 años iban al pueblo a
repartir volantes a cada persona que veían. Este Domingo en particular, cuando llegó la
hora de ir al pueblo a repartir los volantes, el tiempo estaba muy frío y
comenzó a lloviznar.
El niño se puso su ropa para el frío y le dijo a su
padre: - ‘OK, papá, estoy listo'-. Su
papá, el pastor, le dijo, -'¿Listo para qué?'-.
- 'Papá, es hora de ir afuera y repartir nuestros
volantes.'- El papá respondió: - 'Hijo,
esta muy frío afuera y está lloviznando'-.
El niño miró sorprendido a su padre y le dijo: - 'Pero
Papá, la gente necesita saber de Dios aún en los días lluviosos.'- El papá contestó: -'Hijo yo no voy a ir con
este tiempo malo'-.
Con desesperación, el niño dijo: -'Papá, ¿puedo ir yo
solo? ¿Por favor?’- Su padre titubeó por
un momento y luego dijo: -'Hijo, tú puedes ir. Aquí tienes los volantes, ten
cuidado'. -'Gracias papá!'-.
Y con esto, el hijo se fue debajo de la lluvia. El niño de 11 años caminó todas las calles del
pueblo, repartiendo los volantes a las personas que veía.
Después de 2 horas caminando bajo la lluvia, con frío
y con un último volante, se detuvo en una esquina y miró a ver si veía a
alguien a quién darle el volante, pero las calles estaban totalmente desiertas.
Entonces él se dirigió hacia la primera casa que vio, caminó hasta la puerta
del frente, tocó el timbre varias veces y esperó, pero nadie salió.
Finalmente el niño giró para irse, pero algo lo
detuvo. El niño giró nuevamente hacia la puerta y comenzó a tocar el timbre y a
golpear la puerta fuertemente con los nudillos. Él seguía esperando, algo lo
aguantaba ahí frente a la puerta. Tocó nuevamente el timbre y esta vez la
puerta se abrió suavemente.
Salió una señora con una mirada muy triste y
suavemente le preguntó: -'Qué puedo hacer por ti, hijo'-.
Con unos ojos radiantes y una sonrisa que le cortaba
las palabras, el niño dijo: -‘Señora, lo siento si la molesté, pero sólo quiero
decirle que... ¡DIOS REALMENTE LA
AMA ! y vine para darle mi último volante, que habla sobre
DIOS y SU GRAN AMOR’-. El niño le dio el
volante y se fue.
Ella solo dijo: -'Gracias, hijo, y que DIOS te
bendiga.'-
Bien, el siguiente Domingo por la mañana el pastor
estaba en el púlpito y cuando comenzó el servicio preguntó: -'¿Alguien tiene un
testimonio ó algo que quiera compartir?’.-
Suavemente, en la fila de atrás de la iglesia, una
señora mayor se puso de pie. Pasó
adelante y cuando empezó a hablar, una mirada radiante y gloriosa brotaba de
sus ojos:
-'Nadie
en esta iglesia me conoce. Nunca había estado aquí, incluso todavía el domingo
pasado no era cristiana. Mi esposo murió
hace un tiempo atrás dejándome totalmente sola en este mundo. El Domingo pasado
fue un día particularmente frío y lluvioso, y también lo fue en mi corazón. Ese día llegué al final del camino, ya que no
tenía esperanza alguna ni ganas de vivir.
Entonces tomé una silla, una soga
y subí hasta el ático de mi casa. Amarré
y aseguré bien un extremo de la soga a las vigas del techo; entonces me subí a
la silla y puse el otro extremo de la soga alrededor de mi cuello.
Parada
en la silla, tan sola y con el corazón destrozado, estaba a punto de tirarme
cuando de repente escuché el sonido fuerte del timbre de la puerta. Entonces pensé, <’esperaré un minuto y
quien quiera que sea se irá’>. Yo
esperé y esperé, pero el timbre de la puerta cada vez era más insistente, y
luego la persona comenzó a golpear la puerta con fuerza. Entonces me pregunté: <¿Quién podrá ser?>.
¡Jamás
nadie toca mi puerta ni vienen a verme!
Solté la soga de mi cuello y fui hasta la puerta, mientras el timbre
seguía sonando cada vez con mayor insistencia.
Cuando
abrí la puerta no podía creer lo que veían mis ojos, frente a mi puerta estaba
el más radiante y angelical niño que jamás había visto. Su sonrisa, ¡ohhh, nunca podré describirla! Las palabras que salieron de su boca hicieron
que mi corazón, muerto hace tanto tiempo, volviera a la vida, cuando dijo con
voz de querubín: -‘Señora, sólo quiero decirle que DIOS realmente la ama'-.
Cuando
el pequeño ángel desapareció entre el frío y la lluvia, cerré mi puerta y leí
cada palabra del volante.
Entonces
fui al ático para quitar la silla y la soga.
Ya no las necesitaría más. Como ven… ahora soy una hija feliz del REY.
Como
la dirección de la iglesia estaba en la parte de atrás del volante, vine
personalmente decirle GRACIAS a ese pequeño ÁNGEL DE DIOS que llegó justo a
tiempo y, de hecho, a rescatar mi vida de una eternidad en el infierno’--
Todos lloraban en la iglesia. El Pastor bajó del pulpito hasta la primera
banca del frente, donde estaba sentado el pequeño ángel; abrazó a su hijo y
lloró incontrolablemente. Probablemente
la iglesia no volvió a tener un momento más glorioso.
ORACIÓN: Gracias DIOS por
las muestras de tu amor. En el Nombre de
Cristo. Amén.
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