Examíname Señor…
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Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
EL PODER DE LA PACIENCIA
SALMOS 37:7 “Guarda silencio ante
Jehová, y espera en él”
Imagina que estás
esperando en una fila que no se ha movido por diez minutos. Muchos de nosotros
nos sentiríamos frustrados, pues vivimos en una generación que espera
resultados inmediatos.
Todo el mundo
lucha con cierto grado de impaciencia. Nacimos con esta característica;
pensemos en el bebé que quiere su leche a medianoche. Su reacción innata es
llorar al primer indicio de incomodidad hasta que tenga satisfecha su
necesidad. Los hábitos de nuestra vieja naturaleza carnal, como la impaciencia,
hacen que ésto sea una batalla contínua para la mayoría de las personas, pero
que bien vale la pena enfrentar.
Veamos la
definición bíblica de paciencia. La palabra puede referirse tanto a ser lento para la ira,
como ser perseverante —es decir, a no rendirse bajo la presión. La paciencia
se revela cuando estamos dispuestos a esperar sin sentirnos frustrados, aunque
estemos sufriendo o experimentando un deseo poderoso.
Además,
paciencia significa aceptar lo que el Señor decida dar o no, y estar dispuesto
a recibirlo en el tiempo de ÉL. Mientras tanto, debemos orar, obedecer y
perseverar mientras buscamos la dirección de DIOS.
El peligro de
la impaciencia es que podemos perder el plan perfecto del Señor y Su bendición.
Pero si confiamos en la voluntad y en el tiempo de DIOS, conoceremos la paz
interior.
¿Cuál es la
causa de tu estrés? Examina bien si estás tomando las cosas en tus manos, o si
estás dejando las circunstancias al DIOS todopoderoso. Obedece lo que dice el Salmo 37.7: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él”.
Busca su voluntad y su tiempo. Cualquier otra cosa puede ser destructiva.
ORACIÓN:
Padre Celestial, te pido que mi paciencia sea
reforzada para que cuando yo actúe sea de acuerdo a Tu voluntad. Por Cristo
Jesús, amén.
Hebreos
6:9-15 (RVR1995)
9 Pero en cuanto a vosotros, amados,
estamos persuadidos de cosas mejores, pertenecientes a la salvación, aunque
hablamos así, 10 porque Dios no es injusto para
olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre,
habiendo servido a los santos y sirviéndolos aún. 11 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la
misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, 12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores
de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
13 Cuando Dios hizo la promesa a
Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo 14 diciendo: «De cierto te bendeciré con abundancia y
te multiplicaré grandemente.» 15 Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa.
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