martes, 1 de septiembre de 2020

RECOMPENSA MARAVILLOSA


Cuando lees la Biblia, ¿cómo se abren tu mente y tu corazón a DIOS y sus caminos?
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
RECOMPENSA MARAVILLOSA
Nuestro Pan Diario
**Leer Salmo 119:17-24


SALMO 119:18 “Abre mis ojos y miraré las maravillas 
de tu Ley”

Daniela, una maestra, siempre había sido lectora, pero un día, la lectura le dio literalmente un premio. Estaba planeando un viaje y revisaba su larga póliza de seguro de viaje, cuando en la página 7, descubrió una recompensa maravillosa. Como parte de un concurso «Leer paga», la compañía estaba dando 10.000 dólares a la primera persona que leyera hasta ese punto del contrato. También donaron miles de dólares a escuelas de la región de Daniela, para la alfabetización de niños. Élla dice: «Siempre he sido así de rara respecto a leer contratos. ¡Fui la más sorprendida de todos!».
El salmista quería que sus ojos se abrieran para mirar «las maravillas» de DIOS (Salmo 119:18). Probablemente, entendía que DIOS quería que lo conocieran, y por éso anhelaba estar más cerca de ÉL. Deseaba ver más Quién es DIOS, lo que ÉL ya había dado y cómo seguirlo más de cerca (vv. 24, 98). Escribió: «¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación» (v. 97).
Nosotros también tenemos el privilegio de reflexionar sobre DIOS, Su carácter y SUS provisiones; aprender de ÉL y acercarnos más. DIOS anhela instruirnos, guiarnos y revelarnos Quién es. Cuando lo buscamos, ¡nos recompensa con un mayor asombro ante SU Persona y con el gozo de SU presencia!  
OREMOS: DIOS, cuánto amo TU Palabra. Es dulce a mi paladar; más dulce que la miel para mi boca. 
En el amor de CRISTO, amén.
**Leer Salmo 119:17-24
Guímel
17 Haz bien a tu siervo; que viva y guarde tu palabra. 18 Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu Ley. 19 Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos. 20 Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. 21 Reprendiste a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos. 22 Aparta de mí la deshonra y el menosprecio, porque he guardado tus testimonios. 23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos, 24 pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.
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