Su gran amor.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
"AH, SI YO HUBIERA
SABIDO..."
LUCAS
13:24-25 “Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos procurarán
entrar, y no podrán. Después que el dueño
de casa se levante y cierre la puerta, vosotros, afuera, comenzaréis a llamar a
la puerta diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Pero respondiendo Él os dirá:
"No os conozco de dónde sois."
Cierto día una señora, vestida muy sencilla, golpeó
la puerta de una casa y pidió un paraguas. La dueña de la casa de mala gana le
prestó uno viejo, diciéndole que no le iba a prestar el nuevo porque
probablemente nunca más lo recibiría de vuelta.
A la mañana siguiente, un oficial de la guardia real
bajó de un caballo y le devolvió el paraguas, diciéndole: "La
reina Victoria, de Inglaterra, le agradece por el buen servicio que le ha
prestado a su Majestad". Totalmente desconcertada, la mujer dijo: "Ah,
si hubiera sabido que era para la Reina.".
Esta anécdota nos lleva a reflexionar sobre nuestra
actitud hacia JESÚS cuando llama a la puerta de nuestro corazón y quiere ser
nuestro huésped principal. ÉL reconoce el libre albedrío del hombre.
La casa de una persona es su dominio propio; allí
tiene control. Si alguien quiere entrar en nuestra casa, tiene que pedir
permiso (tiene que llamar y esperar a que se le conceda la entrada).
JESÚS quiere entrar en nuestra casa, pero no se
impone sobre nosotros; no se introduce a la fuerza, sino que respeta el derecho
y la libertad del hombre de rehusarle o permitirle la entrada. ¿Por qué quiere
entrar? ¿Qué ofrece?
ÉL nos dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si
alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). Esta
declaración la hizo el Señor JESÚS para demostrar Su gran amor por las
personas.
No es una persona común y corriente quien llama a la
puerta; es JESÚS quien tiene algo que ofrecer, quien desea tener una amistad
con nosotros. ÉL nos ofrece el perdón, la salvación, el descanso para el alma;
ofrece enseñanza, entendimiento, toda bendición espiritual, nos hace
participantes de la naturaleza divina –nos adopta como hijos suyos—y, desde
luego, nos ofrece la esperanza de la vida eterna.
JESÚS expresa Su mayor anhelo de entrar a la
intimidad de nuestra casa, y cenar con nosotros como Sus amigos. El cenar con ÉL
significa tener comunión íntima con ÉL, contarle nuestras alegrías y nuestros
problemas, amarguras, decepciones, nuestros sueños, inquietudes, etc., etc.
Cuando CRISTO llama a tu puerta, solamente tú puedes
abrirla. Recuerda que aquellos que no dieron entrada a JESÚS cuando ÉL llamó a Sus
puertas, en el día final llamarán a la puerta del SEÑOR, pero será muy tarde,
será en vano, pues les dirá, "No os conozco". Tu ya no podrás decir “Ah, si yo
hubiera sabido…”
Si hace tiempo JESÚS está llamando a la puerta de tu
corazón y tú has oído Su voz, no te resistas; decide hoy abrirle la puerta pues
ÉL tiene abundante comida espiritual para ti y grandes tesoros para atender a
todas tus necesidades. No te resistas, atiéndelo hoy.
OREMOS: Entra SEÑOR a
mi casa y quédate conmigo. Te lo pido en Tu nombre, amén.
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