En la vida espiritual sucede exactamente lo mismo. El resistir las tentaciones es un estado intermedio entre decirle a CRISTO: “si” (la fuerza) o “no” (la debilidad).
Nadie puede estar todo el tiempo resistiendo. Llegará un momento en que cederemos al control y a la fuerza del ESPÍRITU SANTO o cederemos a la debilidad de nuestra carnalidad.
DIOS no nos manda las tentaciones pues ÉL no tienta a nadie. Lo que ÉL sí hace es supervisar todo lo que hacemos en la vida. Su socorro y ayuda es tan preciosa que ÉL no va a permitir que nosotros seamos destruidos ni vencidos.
La única manera de que cedamos a la tentación es cuando élla empezó a gustarnos y agradarnos. La tentación es como la carnada para el pescador. Hasta que el pez no la muerda no quedará atrapado.
Si en este tiempo de tentaciones clamamos por ayuda a nuestro Gran DIOS, ÉL con toda seguridad nos ayudará a resistir y a vencer. ¡Esto sí que es una buena noticia!
OREMOS: SEÑOR, Tú conoces este tiempo de tentaciones que estoy atravesando. A veces me siento acorralado por éllas, pero te pido que me guardes de ceder y ser derrotado. Ayúdame a triunfar sobre cada tentación y desde ya te doy las gracias. Por CRISTO JESÚS, amén.
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