Cuida tu boca…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
EL PODER DE LAS PALABRAS
PROVERBIOS 11:12 “El falto de juicio desprecia a
su prójimo, pero el entendido refrena su lengua”.
¿Cuántas veces dice la Palabra de DIOS
que debemos controlar la lengua y ser discretos y comedidos? ¿Cuántas veces
hemos comentado que la imprudencia y la indiscreción de las palabras que salen
de nuestros labios traen mucha pena y dolor? Nuestras palabras y la manera como
las expresamos hablan mucho acerca de nuestro orgullo y una persona que se deja
llevar por su orgullo no puede ser catalogado sino como necio.
¿Cuántos pleitos se han iniciado
por una palabra inapropiada e inoportuna? Hasta grandes conflictos bélicos se
han desarrollado por malentendidos o insultos y desprecios. También hay quienes
sienten que por cada palabra que les dirigen, éllos deben dar una respuesta, es
decir, que éllos siempre quieren tener la última palabra en el asunto. Ésto no
es más que orgullo y necedad.
Tengamos, pues, mucho cuidado al
expresarnos y también en el trato que le damos a los seres que nos rodean, sean
conocidos o no. El enemigo está siempre acechando y esperando la oportunidad
para hacer de una presuntamente inocente palabra un gran insulto causante de
heridas muy difíciles de curar.
Es preferible callar y tomarnos
todo el tiempo que sea necesario para escoger cuidadosamente las palabras que
hemos de utilizar para responder a los demás, especialmente cuando sentimos que
nuestro interlocutor nos ha agredido verbalmente. En el libro de Proverbios
encontramos: “Hasta
el necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra
la boca.” Dijo también el sabio rey Salomón: “La respuesta amable calma el enojo, pero la
agresiva echa leña al fuego.” Hoy día diríamos que dar una respuesta
áspera es como querer apagar un fuego con gasolina (nafta, bencina,
etcétera.)
La epístola de Santiago asimismo
nos dice: “Todos
fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta,
capaz también de controlar todo.”
Si es así, podemos preguntarnos: ¿Qué clase de palabras forman parte de
nuestro vocabulario normal? ¿Bendigo o maldigo? ¿Alabo o me quejo? ¿Se te puede
contar una confidencia?
Estemos atentos a las palabras que
salen de nuestra boca, ellas son un claro reflejo de la realidad de nuestro
corazón. Busquemos pues dominar nuestra lengua y utilicemos siempre nuestras
palabras para bendecir. ¡Sólo a DIOS sea
la gloria!
ORACIÓN: Te pedimos Padre Celestial que
limpies nuestro corazón de tal manera que lo que salga de mi labios sea amor y
bondad. En el nombre de Cristo, amén.
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