2a CORINTIOS 5:1-3 “Bien sabemos que si se deshace nuestra casa terrenal, es decir, esta tienda que es nuestro cuerpo, en los cielos tenemos de DIOS un edificio, una casa eterna, la cual no fue hecha por manos humanas. Y por esto también suspiramos y anhelamos ser revestidos de nuestra casa celestial; ya que así se nos encontrará vestidos y no desnudos."
Joni Eareckson era una atlética chica de 17 años cuando se lanzó a nadar en aguas muy poco profundas de manera que golpeó el fondo con su cabeza, rompiéndose el cuello y quedando completamente paralizada para el resto de su vida. Han transcurrido 40 años desde aquel accidente que cambió su vida de manera radical, pero Joni dice que todos los días despierta necesitando a DIOS desesperadamente.
Joni aprendió a escribir y a pintar usando sus dientes. Así escribió un tratado evangelizador titulado “CUANDO PIENSO EN EL CIELO”. Élla admite que pensar en el cielo no siempre es fácil, especialmente porque tenemos que morir para llegar allá, lo cual va en contra de nuestros más básicos instintos.
No obstante DIOS obra a través de las pruebas para ayudarnos a centrar nuestras mentes en el cielo. Como persona que vive, viaja y ministra desde una silla de ruedas, Joni escribe confiadamente acerca del cielo: “No hay ni sombra de duda en mi mente de que me sentiré fantásticamente más emocionada y preparada para el cielo que si estuviese sobre mis propios pies. El sufrimiento nos prepara para el cielo. El cielo se convierte en nuestra pasión.”
El apóstol Pablo conocía esa pasión. En el pasaje de hoy, básicamente dice: “deseamos el cielo, no porque queramos morir, sino porque anhelamos vivir realmente, estar con nuestro Señor para siempre.” Pero hasta que llegue ese momento “por fe andamos, no por vista.” Desde su encuentro con JESÚS en el camino a Damasco, Pablo vivió cada día adorando, sirviendo y amando al SEÑOR. Así lo declaró en Filipenses 1:21: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” No era CRISTO para Pablo solamente alguien a quien trataba constantemente de imitar; era algo más, era como si dijera “para mí el vivir es respirar”. JESUCRISTO era una función vital en la vida de Pablo. No existía nada más importante para él. Era feliz así, sin embargo declara que “el morir es ganancia.” Es decir, cuando yo muera, cuando viva con mi SEÑOR por la eternidad, habré llegado a un estado infinitamente superior a éste. Es necesario llegar a conocer y a amar al SEÑOR de esta manera para anhelar estar con ÉL para siempre.
En una ocasión a un anciano lo saludaron así: “¡Me alegro verte en la tierra de los vivientes!” Y él contestó: “No estoy en la tierra de los vivientes, estoy en la tierra de los que mueren. Pero espero ansiosamente estar en la tierra de los vivientes pronto, cuando llegue al cielo.” El corazón de este hombre ya está allí. ¿Se puede decir lo mismo de ti?
OREMOS: PADRE Santo, te doy gracias por haber enviado a Tu Hijo a morir en propiciación por mis pecados, para darme entrada a Tu reino celestial. Anhelo que llegue el momento de partir a mi morada eterna para disfrutar de Tu compañía para siempre. Mientras esté en este mundo, por favor ayúdame a vivir de manera que mi testimonio glorifique Tu nombre. Por CRISTO JESÚS te lo pido, amén.
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