lunes, 24 de octubre de 2022

LÍBRAME DE LA IRA

 

Venganza refrenada… victoria conquistada.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria

LÍBRAME DE LA IRA 

SALMO 37:8-11

8 Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal.

9 Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra.

10 Dentro de poco los malvados dejarán de existir; por más que los busques, no los encontrarás.

11 Pero los desposeídos heredarán la tierra y disfrutarán de gran bienestar. 

Tengo un amigo cuyas tarjetas de anotaciones tienen impreso un cuadro de EL PENSADOR, la famosa escultura de Rodín, que muestra a un hombre reflexionando profundamente. Debajo de la foto, aparece esta inscripción: «La vida no es justa».

En verdad, no lo es, y cualquier teoría que insista con que esta vida es justa demuestra ser ilusoria y engañosa.

No obstante, a pesar de las abrumadoras injusticias de la vida, David, en el Salmo 37, ora para no vengarse y, en su lugar, descansar en el SEÑOR y esperar con paciencia hasta que ÉL traiga justicia a esta tierra en el momento oportuno. "Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra" (v.9).

La ira destruye, ciega, nos lleva a obrar sin pensar. Además de herir física y emocionalmente a nuestro prójimo, desencadena consecuencias impredecibles. La ira no agrada a DIOS y no está bien que tome fuerza en nosotros. Es cierto que las emociones descontroladas quieren gobernarnos. Y producto de permitir que nos rijan, cometemos locuras. Por esa razón es necesario que CRISTO tome todo el control de nuestro ser y nos permita dar pasos sólidos hacia el cambio personal, y el crecimiento espiritual.

Si nuestra ira tiende a ser vengativa y punitiva, la de DIOS carece de todo interés personal y es apaciguada por la misericordia. La ira puede ser incluso una muestra de Su amor incesante, que llegue a producir arrepentimiento y fe en nuestros opositores.

Por lo tanto, no debemos vengarnos por nuestra cuenta, «… porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. […]. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal» (Romanos 12:19,21).

Esto debe comenzar en el corazón, la fuente de donde fluyen todos los conflictos de la vida. Quiera DIOS que dejemos el enojo, que abandonemos la ira y que esperemos pacientemente en el SEÑOR.

Una venganza refrenada es una victoria conquistada.

OREMOS: SEÑOR, gracias por Tu Palabra, la cual declara que eres un DIOS de justicia. Líbrame de la ira y de esas emociones de venganza que se manifiestan en mi sin control alguno cuando clamo justicia. Te ruego que Tu SANTO ESPÍRITU me llene de Tu paz y gozo, y produzca en mi la paciencia que necesito para esperar en Tí. En el nombre de JESÚS, amén.

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