jueves, 20 de octubre de 2022

TIEMPO DE LLORAR


Nuestra consolación.

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Bendiciones,

Enio

Meditación Diaria

TIEMPO DE LLORAR

**Leer Juan 11:1-36

 

ISAÍAS 25:8b “…El Señor secará las lágrimas de los ojos de todos”.

 

¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Parece que yo había pasado mucho tiempo sin derramar más de una o dos lágrimas. Entonces murió mi padre. Papá luchó con una debilitante enfermedad durante años. Nosotros sabíamos que iba a morir. De hecho, habíamos pedido al SEÑOR que se lo llevara misericordiosamente a su hogar celestial para terminar con la severa prueba. Sabíamos que papá iría a estar con JESÚS, pero cuando me arrodillé junto a su cama y lo vi dar el último suspiro, las lágrimas que yo había contenido en otras ocasiones salieron como un diluvio. No había sollozado así desde que era muchacho. Incluso cuando mis hermanos y mi madre nos abrazamos y oramos, la tristeza era abrumadora.

Ese acontecimiento me ayudó a entender y a apreciar más que nunca el significado del versículo más corto de la Biblia: “Jesús lloró” (Juan 11:35).

Es una afirmación increíble: ¡DIOS Hijo lloró! ÉL mejor que nadie en el mundo conocía la realidad del cielo. ÉL era la fuente de toda esperanza en un día futuro de resurrección. Y sin embargo, JESÚS lloró. Amaba tanto a sus amigos María, Marta y Lázaro que “se conmovió profundamente y se estremeció” (v.33). JESÚS de verdad sentía el dolor de éllos.

Cuando muere alguien a quien amamos luchamos con una amplia gama de emociones. Si una persona muere en un accidente o de una enfermedad siendo joven, preguntamos: “¿Por qué?” Puede que cuestionemos la sabiduría o la bondad de DIOS. Cuando la muerte llega después de un sufrimiento largo, tal vez luchemos para entender por qué el SEÑOR esperó tanto para traer el alivio.

Empezamos a pensar en DIOS como un Ser distante, a quien no toca nuestra tristeza. Entonces leemos otra vez que “Jesús lloró.” Esas palabras nos aseguran que DIOS no está lejos. ÉL se conmueve profundamente con nuestra angustia. Llegará el precioso y anhelado momento en que el CREADOR del universo, nos limpiara nuestras lágrimas. No importa que tan grande sea el clamor o el dolor, ahora en este preciso para que Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues él es el Padre que nos tiene compasión y el Dios que siempre nos consuela. Él nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que nosotros podamos consolar también a los que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado a nosotros. (2ª Corintios 1:3-4).

Cuando una situación dolorosa invada tu vida, recuerda el versículo más corto de la Biblia JESÚS también derramó lágrimas. MMP

OREMOS: Gracias SEÑOR por las pruebas y muestras de Tu amor. En el nombre de CRISTO, amén.

**Leer Juan 11:1-36

Muerte de Lázaro

11 Había un hombre enfermo que se llamaba Lázaro, natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. Esta María, que era hermana de Lázaro, fue la que derramó perfume sobre los pies del Señor y los secó con sus cabellos. Así pues, las dos hermanas mandaron a decir a Jesús:

—Señor, tu amigo querido está enfermo.

Jesús, al oírlo, dijo:—Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del Hijo de Dios.

Aunque Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, cuando le dijeron que Lázaro estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde se encontraba. Después dijo a sus discípulos:—Vamos otra vez a Judea.

Los discípulos le dijeron:—Maestro, hace poco los judíos de esa región trataron de matarte a pedradas, ¿y otra vez quieres ir allá?

Jesús les dijo:—¿No es cierto que el día tiene doce horas? Pues si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz que hay en este mundo; 10 pero si uno anda de noche, tropieza, porque le falta la luz.

11 Después añadió:—Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero voy a despertarlo.

12 Los discípulos le dijeron:—Señor, si se ha dormido, es señal de que va a sanar.

13 Pero lo que Jesús les decía es que Lázaro había muerto, mientras que los discípulos pensaban que se había referido al sueño natural. 14 Entonces Jesús les dijo claramente:—Lázaro ha muerto. 15 Y me alegro de no haber estado allí, porque así es mejor para ustedes, para que crean. Pero vamos a verlo.

16 Entonces Tomás, al que llamaban el Gemelo, dijo a los otros discípulos:—Vamos también nosotros, para morir con él. Jesús, la resurrección y la vida

17 Al llegar, Jesús se encontró con que ya hacía cuatro días que Lázaro había sido sepultado. 18 Betania se hallaba cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros; 19 y muchos de los judíos habían ido a visitar a Marta y a María, para consolarlas por la muerte de su hermano. 20 Cuando Marta supo que Jesús estaba llegando, salió a recibirlo; pero María se quedó en la casa. 21 Marta le dijo a Jesús:—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.

23 Jesús le contestó:—Tu hermano volverá a vivir.

24 Marta le dijo:—Sí, ya sé que volverá a vivir cuando los muertos resuciten, en el día último.

25 Jesús le dijo entonces:—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; 26 y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?

27 Ella le dijo:—Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. Jesús llora junto al sepulcro de Lázaro

28 Después de decir esto, Marta fue a llamar a su hermana María, y le dijo en secreto:—El Maestro está aquí y te llama.

29 Tan pronto como lo oyó, María se levantó y fue a ver a Jesús. 30 Jesús no había entrado todavía en el pueblo; estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con él. 31 Al ver que María se levantaba y salía rápidamente, los judíos que estaban con ella en la casa, consolándola, la siguieron pensando que iba al sepulcro a llorar.

32 Cuando María llegó a donde estaba Jesús, se puso de rodillas a sus pies, diciendo:—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

33 Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que habían llegado con ella, se conmovió profundamente y se estremeció, 34 y les preguntó:—¿Dónde lo sepultaron?

Le dijeron:—Ven a verlo, Señor.

35 Y Jesús lloró. 36 Los judíos dijeron entonces:—¡Miren cuánto lo quería!

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