MARCOS 14:36 “Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa“
El término hebreo “Abba”, tenía un significado muy especial en aquella época. Mostraba la relación íntima y cariñosa que un hijo tenía con su padre.
Aquellos que somos padres sabemos muy bien lo que corre por nuestro interior cuando nuestros hijos nos dicen: “papito”. Es más, todos sabemos que cuando nuestros hijos vienen diciéndonos “papi”, en vez de papá, sabemos que algo seguramente nos quieren pedir. ¡Eso a nosotros los padres nos agrada y enternece!
Esto es precisamente lo que vemos en el pasaje de hoy: La intimidad cariñosa que JESÚS tenía con Su PADRE Celestial, llamándolo “papito” y a la vez pidiéndole algo muy, pero muy especial.
Esto nos enseña que en la intimidad entre nosotros y nuestro PADRE Celestial debe haber libertad de expresión. Cuando recibimos a CRISTO como nuestro Salvador personal, DIOS se transforma en nuestro PAPITO Celestial, Aquél que conoce nuestras intenciones, aún antes de que abramos la boca para decirle algo, y Aquél que se deleita que le busquemos no sólo para pedirle sino también para que con amor le digamos cada día de nuestras vidas: “¡Papito, te amo!”
¿Cómo es la relación que tú tienes con DIOS, tu PADRE Celestial? ¿Es fría, formal, es distante o has entendido la maravillosa posibilidad que tienes, con libertad, de amarle y decirle palabras cariñosas de alabanza y adoración? ¡DIOS es tu Papito amoroso celestial!
OREMOS: DIOS mío, gracias porque Tú eres mi Papito Celestial, que estás vivo y dispuesto a darme las mejores cosas. ¡Te amo Papito DIOS! Por CRISTO nuestro SEÑOR y SALVADOR, amén.
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