domingo, 23 de febrero de 2020

CIEGOS QUE DIVISAN EL CAMINO

DIOS… mi Guía.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
CIEGOS QUE DIVISAN EL CAMINO

SALMOS 139:10 “Aún allí me guiará tu mano, 
Y me asirá tu diestra”.

Un programa de televisión, poco antes de las Olimpiadas de Invierno en 1988, presentó un entrenamiento de esquiadores ciegos para la prueba de bajada de la montaña en la nieve.
Formando pares con esquiadores videntes, recibían instrucciones en terreno plano, sobre como vencer obstáculos. Cuando éllos aprendían perfectamente a moverse en zigzag, eran llevados para el alto de la montaña y empezaban a bajar en sus esquíes, con los esquiadores videntes al lado, gritando: "¡IZQUIERDA…!  ¡DERECHA…!”.
Mientras obedecían a los comandos, pudieron hacer todo el trayecto y cruzar la meta, dependiendo apenas de la palabra de los esquiadores videntes. Era confianza plena o catástrofe.
¡Qué retrato vívido de la vida Cristiana! En este mundo, nosotros vivimos, en verdad, como ciegos que no tienen certeza de la dirección que deben seguir. Necesitamos aprender el camino que nos llevará al destino deseado.
Podemos confiar apenas en las enseñanzas de AQUÉL que divisa correctamente el camino, pues, ÉL es el propio Camino. DIOS todo ve y conoce el curso que debemos seguir. ÉL no sólo camina a nuestro lado sino que dirige los pasos para que no nos desviemos de la ruta. Sea en terreno plano, o en terrenos accidentados, o en subidas y bajadas, en el calor o en el frío, en el agua o en la nieve, etc., etc., DIOS nunca sale de nuestro lado y, con ÉL, la posibilidad de una catástrofe es nula.
Muchas veces, mientras aprendemos a seguir el camino del SEÑOR, sufrimos pequeñas caídas, algunas desilusiones, instantes de frustración, pero, en todos esos momentos, sabemos que nos levantaremos, que regresaremos a nuestro trayecto y sobrepasaremos a la meta de nuestras bendiciones.
Cuando entregas la vida al SEÑOR, puedes participar de cualquier prueba en este mundo, por más difícil que sea. SU mano te guiará siempre, SU protección será total y, al final, serás como siempre “¡más que vencedor!”
OREMOS: Gracias PADRE Celestial porque estás conmigo a pesar de los errores que pudiera cometer. Todo el día y todos los días, puedo ver cada momento que no me abandonas. Gracias, PADRE.
En el amor de CRISTO JESÚS, amén.
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