Nuestra consolación.
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
TIEMPO DE
LLORAR
**Leer Juan 11:1-36
ISAÍAS 25:8b “…..El
Señor secará las lágrimas de los ojos de todos”.
¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Parece que yo
había pasado mucho tiempo sin derramar más de una o dos lágrimas. Entonces
murió mi padre. Papá luchó con una debilitante enfermedad durante años. Nosotros
sabíamos que iba a morir. De
hecho, habíamos pedido al SEÑOR que se lo llevara misericordiosamente a su
hogar celestial para terminar con la severa prueba. Sabíamos que papá iría a
estar con JESÚS, pero cuando me arrodillé junto a su cama y lo vi dar el último
suspiro, las lágrimas que yo había contenido en otras ocasiones salieron como
un diluvio. No había sollozado así desde que era muchacho. Incluso cuando mis
hermanos y mi madre nos abrazamos y oramos, la tristeza era abrumadora.
Ese acontecimiento me ayudó a entender y a apreciar más
que nunca el significado del versículo más corto de la Biblia: “Jesús
lloró” (Juan
11:35).
Es una afirmación increíble: ¡DIOS Hijo lloró! ÉL mejor
que nadie en el mundo conocía la realidad del cielo. ÉL era la fuente de toda
esperanza en un día futuro de resurrección. Y sin embargo, JESÚS lloró. Amaba
tanto a sus amigos María, Marta y Lázaro que “se conmovió
profundamente y se estremeció” (v.33).
JESÚS de verdad sentía el dolor de éllos.
Cuando muere alguien a quien amamos luchamos con una
amplia gama de emociones. Si una persona muere en un accidente o de una
enfermedad siendo joven, preguntamos: “¿Por qué?” Puede que cuestionemos la
sabiduría o la bondad de DIOS. Cuando la muerte llega después de un sufrimiento
largo, tal vez luchemos para entender por qué el SEÑOR esperó tanto para traer
el alivio.
Empezamos a pensar
en DIOS como un ser distante, a quien no toca nuestra tristeza. Entonces leemos otra vez que “Jesús lloró.” Esas palabras nos aseguran que DIOS no está lejos. ÉL se
conmueve profundamente con nuestra angustia. Llegará el precioso y anhelado
momento en que el CREADOR del universo, nos limpiara nuestras lágrimas. No
importa que tan grande sea el clamor o el dolor, ahora en este preciso para
que…“3 Alabado sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues él es el Padre que nos tiene
compasión y el Dios que siempre nos consuela. 4 Él nos consuela
en todos nuestros sufrimientos, para que nosotros podamos consolar también a
los que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado a nosotros.” (2ª Corintios 1:3-4).
Cuando
una situación dolorosa invada tu vida, recuerda el versículo más corto de la
Biblia JESÚS también derramó lágrimas. MMP
OREMOS: Gracias SEÑOR por las pruebas y muestras
de Tu amor. En el nombre de CRISTO, amén.
**Leer Juan 11:1-36
Muerte de Lázaro
11 Había un hombre enfermo que se
llamaba Lázaro, natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. 2 Esta María, que era
hermana de Lázaro, fue la que derramó perfume sobre los pies del Señor y los
secó con sus cabellos. 3 Así
pues, las dos hermanas mandaron a decir a Jesús:
—Señor,
tu amigo querido está enfermo.
4 Jesús, al
oírlo, dijo:—Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir
para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del Hijo de Dios.
5 Aunque
Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, 6 cuando le dijeron que
Lázaro estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde se encontraba. 7 Después dijo a sus
discípulos:—Vamos otra vez a Judea.
8 Los
discípulos le dijeron:—Maestro, hace poco los judíos de esa región trataron de
matarte a pedradas, ¿y otra vez quieres ir allá?
9 Jesús les
dijo:—¿No es cierto que el día tiene doce horas? Pues si uno anda de día, no
tropieza, porque ve la luz que hay en este mundo; 10 pero si uno anda de noche, tropieza, porque le falta
la luz.
11 Después
añadió:—Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero voy a despertarlo.
12 Los
discípulos le dijeron:—Señor, si se ha dormido, es señal de que va a sanar.
13 Pero lo
que Jesús les decía es que Lázaro había muerto, mientras que los discípulos
pensaban que se había referido al sueño natural. 14 Entonces Jesús les dijo claramente:—Lázaro ha
muerto. 15 Y me
alegro de no haber estado allí, porque así es mejor para ustedes, para que
crean. Pero vamos a verlo.
16 Entonces
Tomás, al que llamaban el Gemelo, dijo a los otros discípulos:—Vamos también
nosotros, para morir con él. Jesús, la
resurrección y la vida
17 Al
llegar, Jesús se encontró con que ya hacía cuatro días que Lázaro había sido
sepultado. 18 Betania
se hallaba cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros; 19 y muchos de los judíos
habían ido a visitar a Marta y a María, para consolarlas por la muerte de su
hermano. 20 Cuando
Marta supo que Jesús estaba llegando, salió a recibirlo; pero María se quedó en
la casa. 21 Marta
le dijo a Jesús:—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero yo sé que aun ahora
Dios te dará todo lo que le pidas.
23 Jesús le
contestó:—Tu hermano volverá a vivir.
24 Marta le
dijo:—Sí, ya sé que volverá a vivir cuando los muertos resuciten, en el día
último.
25 Jesús le
dijo entonces:—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque
muera, vivirá; 26 y
todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?
27 Ella le
dijo:—Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía
que venir al mundo. Jesús llora junto
al sepulcro de Lázaro
28 Después
de decir esto, Marta fue a llamar a su hermana María, y le dijo en secreto:—El
Maestro está aquí y te llama.
29 Tan
pronto como lo oyó, María se levantó y fue a ver a Jesús. 30 Jesús no había entrado
todavía en el pueblo; estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con
él. 31 Al ver
que María se levantaba y salía rápidamente, los judíos que estaban con ella en
la casa, consolándola, la siguieron pensando que iba al sepulcro a llorar.
32 Cuando
María llegó a donde estaba Jesús, se puso de rodillas a sus pies,
diciendo:—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
33 Jesús, al
ver llorar a María y a los judíos que habían llegado con ella, se conmovió
profundamente y se estremeció, 34 y
les preguntó:—¿Dónde lo sepultaron?
Le
dijeron:—Ven a verlo, Señor.
35 Y Jesús
lloró. 36 Los
judíos dijeron entonces:—¡Miren cuánto lo quería!
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