Sea vuestra palabra gentil y amena.
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Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
FÍJATE BIEN CÓMO LO DICES
COLOSENSES 4:5-6
“Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo, aprovechando al máximo
cada momento oportuno. Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto.
Así sabrán cómo responder a cada uno.”
Dice una historia que un rey soñó que había perdido
todos los dientes. Después
de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
- “¡Qué desgracia, mi
señor!”-, exclamó el sabio. -“Cada diente caído representa la pérdida de un
pariente de vuestra majestad.”-
- ¡Qué insolencia!”- gritó el
rey enfurecido, -“¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de
aquí!”- Llamó a su guardia y ordenó que
le dieran cien latigazos.
Más tarde mandó llamar a otro
sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al rey con
atención, le dijo: - “¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El
sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.”-
Se iluminó el semblante del rey
con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando este
sabio salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: -“¡No puedo
creer esto! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que
hizo el primer sabio. No entiendo porque el rey le pagó al primero con cien
latigazos y a ti con cien monedas de oro”.-
- “Recuerda bien, amigo
mío”,- respondió el segundo sabio, -“que todo depende de la forma en que lo
digas.”-
Uno de los grandes desafíos
de la humanidad es precisamente aprender a expresarse de la manera correcta. De
esto depende muchas veces la felicidad o la desgracia, la paz o la
guerra. Ciertamente la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no
cabe duda, mas la forma en que es comunicada es lo que provoca en algunos casos
grandes problemas.
La verdad puede compararse
con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede
herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con
ternura, ciertamente será aceptada con agrado.
En el pasaje de hoy el
apóstol Pablo da este sabio consejo a los cristianos de la iglesia en Colosas: “Sea vuestra palabra siempre con gracia,
sazonada con sal para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”
¿Cómo seguimos nosotros este
consejo? En primer lugar, para hablar con gracia es necesario que la vida de
aquel que habla esté colmada de la gracia de JESUCRISTO, a través de una íntima
comunión con ÉL. De esta manera, cuando hablamos, reflejamos el mismo carácter
que manifestó JESÚS al contestarle a los escribas y fariseos que le trajeron la
mujer que había sido sorprendida en adulterio (Juan 8:1-11), y cuando contestó
las preguntas de Nicodemo (Juan 3:1-14), y cuando, cercano a la muerte, daba
aliento a sus angustiados discípulos (Juan 14:1-14), y en tantas otras situaciones
que se le presentaron en Su vida.
Como creyentes debemos siempre tratar de mantener
este principio sean cuales fueren las circunstancias en las que hablemos. Es
muy fácil actuar y hablar como verdaderos santos dentro
de la iglesia, pero es en la vida cotidiana donde se revela nuestra verdadera
identidad cristiana.
Es en el hogar, en nuestro
centro de trabajo, o en el vecindario, o en la tienda, o en cualquier otro
lugar público donde tenemos que manifestar la pureza de nuestro corazón
expresada en una manera de hablar diferente al mundo que no conoce a CRISTO.
Debemos, pues, ser muy cuidadosos de la manera en
que nos expresamos ante los demás. Hazte el propósito de expresarte siempre
“con gracia.” Mantén una íntima comunión con el SEÑOR leyendo la Biblia y
orando diariamente, y al momento de hablar pregúntate mentalmente: “¿Cómo lo
diría JESÚS?”
OREMOS: Mi amante PADRE Celestial, es mi anhelo
agradarte tanto en lo que hago como en lo que pienso y lo que hablo. Por favor capacítame para
honrarte en todo, y especialmente pon en mis palabras el amor y la dulzura de
Tu ESPÍRITU para ser un testimonio que glorifique Tu nombre. Por CRISTO JESÚS
te lo pido, amén.
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