Venganza refrenada… victoria conquistada
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LÍBRAME DE LA IRA
SALMO 37:8-11
“8 Refrena tu enojo, abandona
la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal.9 Porque
los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la
tierra. 10 Dentro de poco los malvados dejarán de
existir; por más que los busques, no los encontrarás. 11 Pero los desposeídos heredarán la tierra
y disfrutarán de gran bienestar.”
Tengo un
amigo cuyas tarjetas de anotaciones tienen impreso un cuadro de EL PENSADOR, la
famosa escultura de Rodín, que muestra a un hombre reflexionando profundamente.
Debajo de la foto, aparece esta inscripción: «La vida no es justa».
En
verdad, no lo es, y cualquier teoría que insista con que esta vida es justa
demuestra ser ilusoria y engañosa.
No
obstante, a pesar de las abrumadoras injusticias de la vida, David, en el Salmo
37, ora para no vengarse y, en su lugar, descansar en el SEÑOR y esperar con
paciencia hasta que ÉL traiga justicia a esta tierra en el momento oportuno. "Porque los impíos serán exterminados, pero los
que esperan en el Señor heredarán la tierra" (v.9).
La ira
destruye, ciega, nos lleva a obrar sin pensar. Además de herir física y
emocionalmente a nuestro prójimo, desencadena consecuencias impredecibles. La
ira no agrada a DIOS y no está bien que tome fuerza en nosotros. Es cierto que
las emociones descontroladas quieren gobernarnos. Y producto de permitir que
nos rijan, cometemos locuras. Por esa razón es necesario que CRISTO tome todo
el control de nuestro ser y nos permita dar pasos sólidos hacia el cambio
personal, y el crecimiento espiritual.
Si
nuestra ira tiende a ser vengativa y punitiva, la de DIOS carece de todo
interés personal y es apaciguada por la misericordia. La ira puede ser incluso
una muestra de Su amor incesante, que llegue a producir arrepentimiento y fe en
nuestros opositores.
Por lo
tanto, no debemos vengarnos por nuestra cuenta, «… porque escrito está: Mía es la venganza, yo
pagaré, dice el Señor. […]. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien
el mal» (Romanos 12:19,21).
Esto
debe comenzar en el corazón, la fuente de donde fluyen todos los conflictos de
la vida. Quiera DIOS que dejemos el enojo, que abandonemos la ira y que
esperemos pacientemente en el SEÑOR.
Una venganza refrenada es una victoria conquistada.
OREMOS: SEÑOR, gracias por
Tu Palabra, la cual declara que eres un DIOS de justicia. Líbrame de la ira y
de esas emociones de venganza que se manifiestan en mi sin control alguno
cuando clamo justicia. Te ruego que Tu SANTO ESPÍRITU me llene de Tu paz y
gozo, y produzca en mi la paciencia que necesito para esperar en Tí. En el
nombre de JESÚS, amén.
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