El triunfo espiritual.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿QUIÉRES OBTENER EL PREMIO?
1a CORINTIOS 9:24-25 “¿No sabéis que los
que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el
premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible.”
En Agosto del 2012 durante dos semanas la
atención del mundo entero estuvo centrada en la televisión, los periódicos, la
radio y otros medios informativos en busca de noticias relativas a un evento
deportivo que se estuvo llevando a cabo en Londres. Se trata de las Olimpiadas.
Es realmente emocionante ver a tantos atletas
de todas partes del mundo competir en los distintos deportes representando a
sus respectivos países. Pero muchos de nosotros no tenemos una clara idea de
todo lo que han tenido que pasar estos hombres y mujeres con el fin de lograr
el propósito de participar en las Olimpiadas.
Muchos de éllos comienzan a entrenarse desde
muy pequeños, dedicando muchas horas diariamente a practicar su correspondiente
deporte, tratando de acondicionarse en el aspecto físico y llegar a un estado
óptimo en cuanto a resistencia, fuerza, flexibilidad muscular, etc.
Este entrenamiento incluye también un estricto
régimen alimenticio. Se requiere seguir un riguroso plan de nutrición lo cual
quiere decir que hay ciertas cosas que aunque le gusten al atleta no puede
comerlas y quizás otras que no le gustan mucho deben ser incluidas en la dieta.
Deben seguir también un estricto horario en
cuanto al descanso, deben dormir un mínimo de horas diariamente por lo tanto no
pueden acostarse muy tarde en la noche. Por esta razón deben cohibirse de
participar en muchas actividades sociales.
En otras palabras, su vida es muy distinta a la
del resto de sus amigos de su misma edad. Sin dudas se requiere un alto nivel
de sacrificio solamente para lograr participar en las Olimpiadas. Mucho más
para lograr ganar una medalla.
En el pasaje de hoy el apóstol Pablo hace una
comparación entre la vida de los atletas y la vida de los creyentes en CRISTO.
Los corintios estaban muy familiarizados con los eventos deportivos, así es que
Pablo usa esta ilustración tratando de que éllos entendieran la necesidad de
tomar en serio la nueva vida que habían comenzado a vivir.
Aquí Pablo los exhorta a desear el triunfo
espiritual de todo corazón, de la misma manera que el atleta que quiere obtener
el premio. “Corred
de tal manera que lo obtengáis”, les dice. Pero también les advierte que
habrá muchas cosas que pueden ser obstáculos en su deseo de triunfar, de las
cuales tendrán que abstenerse y eliminar de sus vidas. Al igual que para el
atleta estas cosas son perjudiciales en el aspecto físico, para el creyente son
dañinas al espíritu y afectan la comunión con el SEÑOR.
Varios años más tarde, presintiendo que su
final se acercaba, Pablo escribió a su hijo espiritual Timoteo. En esta carta
le dice: “Porque
yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He
peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo
demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez
Justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su
venida.” (2a Timoteo 4:6-8).
Pablo se refiere a su vida como una carrera, la
cual ha corrido manteniendo la fe. Por eso ahora espera “la corona de justicia.”
Pidamos al SEÑOR que nos ayude a mantenernos
firmes en la fe, de manera que al llegar al final de nuestras carreras podamos
declarar la victoria de la manera en que lo hizo el apóstol Pablo.
OREMOS: PADRE Santo,
ayúdame a correr mi carrera con una actitud de sacrificio y entrega total,
desechando todo aquello que pueda ser un obstáculo en mi crecimiento espiritual
y absteniéndome de todo lo que afecte mi relación Contigo. En el nombre de JESÚS,
amén.
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