lunes, 4 de noviembre de 2013

"AH, SI YO HUBIERA SABIDO..."

Su gran amor…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
"AH, SI YO HUBIERA SABIDO..."
LUCAS 13:24-25 “Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el dueño de casa se levante y cierre la puerta, vosotros, afuera, comenzaréis a llamar a la puerta diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Pero respondiendo El os dirá: "No os conozco de dónde sois."
Cierto día una señora, vestida muy sencilla, golpeó la puerta de una casa y pidió un paraguas. La dueña de la casa de mala gana le prestó uno viejo, diciéndole que no le iba a prestar el nuevo porque probablemente nunca más lo recibiría de vuelta.
A la mañana siguiente, un oficial de la guardia real bajó de un caballo y le devolvió el paraguas, diciéndole: "La reina Victoria, de Inglaterra, le agradece por el buen servicio que le ha prestado a su Majestad". Totalmente desconcertada, la mujer dijo: "Ah, si hubiera sabido que era para la Reina...".
Esta anécdota nos lleva a reflexionar sobre nuestra actitud hacia Jesús cuando llama a la puerta de nuestro corazón y quiere ser nuestro huésped principal. Él reconoce el libre albedrío del hombre.
La casa de una persona es su dominio propio; allí tiene control. Si alguien quiere entrar en nuestra casa, tiene que pedir permiso (tiene que llamar y esperar a que se le conceda la entrada).
Jesús quiere entrar en nuestra casa, pero no se impone sobre nosotros; no se introduce a la fuerza, sino que respeta el derecho y la libertad del hombre de rehusarle o permitirle la entrada. ¿Por qué quiere entrar? ¿Qué ofrece?
Él nos dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). Esta declaración la hizo el Señor Jesús para demostrar Su gran amor por las personas.
No es una persona común y corriente quien llama a la puerta; es Jesús quien tiene algo que ofrecer, quien desea tener una amistad con nosotros. El nos ofrece el perdón, la salvación, el descanso para el alma; ofrece enseñanza, entendimiento, toda bendición espiritual, nos hace participantes de la naturaleza divina –nos adopta como hijos suyos—y, desde luego, nos ofrece la esperanza de la vida eterna. 
Jesús expresa su mayor anhelo de entrar a la intimidad de nuestra casa, y cenar con nosotros como sus amigos. El cenar con Él significa tener comunión íntima con Él, contarle nuestras alegrías y nuestros problemas, amarguras, decepciones, nuestros sueños, inquietudes, etc., etc.
Cuando Cristo llama a tu puerta, solamente tú puedes abrirla. Recuerda que aquellos que no dieron entrada a Jesús cuando Él llamo a sus puertas, en el día final llamarán a la puerta del Señor, pero será muy tarde, será en vano, pues les dirá, "No os conozco". Tu ya no podrás decir “Ah, si yo hubiera sabido…” 
Si hace tiempo Jesús está llamando a la puerta de tu corazón y tú has oído Su voz, no te resistas; decide hoy abrirle la puerta pues Él tiene abundante comida espiritual para ti y grandes tesoros para atender a todas tus necesidades. No te resistas, atiéndelo hoy.

ORACIÓN: Entra Señor a mi casa y quédate conmigo… Te lo pido en Tu nombre, amén.

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