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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿SABES PERDONAR?
MARCOS 11:2 “Pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que
está en el cielo les perdonará a ustedes sus pecados."
Durante la guerra de Kosovo en
1999, tres soldados norteamericanos fueron capturados y mantenidos como rehenes
durante más de un mes. Una delegación estadounidense compuesta por líderes
cristianos, musulmanes y judíos logró, después de intensas negociaciones, que
liberaran a los prisioneros. El
reverendo Roy Lloyd, que formaba parte de esta delegación informó
posteriormente: -“Los tres jóvenes soldados eran creyentes. Uno de ellos,
Christopher Stone, no quiso irse sin que antes le permitieran volver donde el
soldado que lo vigilaba y orar por él.-”
Este
era un joven que conocía los principios de la Palabra de DIOS. Pudo haber sentido
resentimiento por sus circunstancias y haber odiado a sus captores. Pudo
haberse amargado y querido vengarse. Pudo haber anidado en su corazón una rabia
ardiente por esa adversidad. Pero él guardaba en su corazón las palabras de
Jesús en el Sermón del Monte: “Pero yo os digo: Amad a
vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os
aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” (Mateo 5:44). Y las llevó a la práctica en el momento en que
recibió su libertad.
En la lectura bíblica de hoy
vemos una actitud similar de parte del apóstol Pablo y su discípulo Silas.
Ambos habían sido azotados injustamente, después los echaron en la cárcel, y el
carcelero “los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en
el cepo.” (Hechos 16:23-24). Sin embargo, cuando este hombre sacó la espada
para matarse creyendo que los prisioneros se habían escapado, Pablo le gritó
que no se hiciera daño, “pues todos estamos aquí.” Este precioso testimonio de
amor y de perdón fue usado por el Espíritu Santo para ministrar al carcelero, y
aquella misma noche él y su familia fueron salvos y todos fueron bautizados.
En un mundo donde la venganza
y el resentimiento son comunes, los creyentes estamos llamados a ser
diferentes. Debemos amar en lugar de odiar. Debemos orar por nuestros
perseguidores, perdonarlos y ministrarles. Claro que no es suficiente con saber
lo que tenemos que hacer. Llevarlo a la práctica requiere un poder sobrenatural
que va más allá de nuestra naturaleza carnal.
Ese poder está a nuestra
disposición desde el momento en que aceptamos a Jesucristo como Salvador. Es el
Espíritu Santo de DIOS que nos mueve al perdón. El mismo Espíritu que hizo que
el joven soldado Stone actuara de la forma en que lo hizo. El mismo Espíritu
que estaba en Pablo y Silas. El mismo Espíritu que estaba en Jesús, cuando,
clavado en la cruz del Calvario, pudo clamar: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34).
Pidamos al Señor que su Santo
Espíritu se manifieste en nuestras vidas de la misma manera que se manifestó en
todos estos hombres. Oremos sin cesar, meditemos diariamente en la Palabra de DIOS
y apliquémosla en nuestro diario vivir.
ORACIÓN: Padre Santo, te
ruego me llenes de tu Santo Espíritu y me capacites para perdonar a aquellas
personas que de una manera u otra me han herido, para que Tu nombre sea glorificado
en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
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