domingo, 5 de junio de 2016

¿ESTÁS PREPARADO PARA ESCUCHAR LO QUE DIOS DICE?


Escuchar lo que DIOS dice…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿ESTÁS PREPARADO PARA ESCUCHAR LO QUE DIOS DICE?
SANTIAGO 1:19-22 “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de DIOS. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, ése es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural; él se considera a sí mismo y se va, y pronto olvida cómo era.”
¿Cómo te preparas para el trabajo? ¿Y para una cita? ¿Tienes alguna rutina de preparación específica antes de ir al gimnasio? ¿Y para lavar ropa, comprar comestibles o sembrar un jardín? La preparación es esencial para cualquier área de la vida, especialmente si vamos a tener algún tipo de eficacia.
El libro de Santiago nos recuerda la importancia de prepararnos para escuchar al DIOS del universo:
Abrir mis oídos: estar pronto para escuchar. Tener oídos abiertos significa prever que DIOS tiene algo que decir y que tendrá un impacto en mis emociones, pensamientos y voluntad. Tener los oídos abiertos significa que recibiré lo que DIOS tiene que decir sin discutir, sin pelear y sin mostrar una actitud orgullosa.
Cerrar mis labios: ser lento para hablar. Alguien ha dicho en broma: «DIOS nos ha dado una boca y dos oídos para que escuchemos dos veces más de lo que hablamos.» Realmente no podemos escuchar a DIOS si estamos hablando constantemente. A veces debemos prepararnos para escuchar a DIOS en silencio.
Mantenerme calmad@: ser lent@ para la ira. La ira es una emoción que constantemente batalla contra la Palabra de DIOS y finalmente evita que ésta cause el impacto que debe causar en nuestra vida.
Limpiar mi vida: deshacerme de toda suciedad moral y del mal que prevalece tanto y aceptar humildemente la Palabra de DIOS. Así como una infección afecta nuestro oído físico, el pecado bloquea nuestros oídos espirituales evitando que escuchemos lo que DIOS tiene que decir.
Tu corazón es como un jardín precioso. Si se le deja sólo, la tierra sólo producirá mala hierba: materialismo, preocupación, odio, celos, envidia, pecados sexuales, palabras duras, problemas y ser un «sabelotodo que no practica nada de lo que predica». Estas cosas asfixian la eficacia de la Palabra de DIOS.
Dice en Juan 10:27-28: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano." Éstas, escuchan Su voz, y la reconocen y Le siguen; y ÉL también las conoce y Les da vida eterna, y nunca perecerán y nadie podrá arrebatarlas de Su mano.
¡Qué maravillosa seguridad y qué preciosas promesas para las ovejas del Buen Pastor!
Para aquellos que buscan Su rostro en oración y escudriñan Su Palabra día tras día, de modo que llegan a reconocer con facilidad Su voz y se dejan guiar por ÉL.
¿Te resulta difícil reconocer la voz del Señor? Si es así, busca una relación íntima con ÉL. Dedica tiempo a meditar en Su Palabra y a orar cada día de tu vida. ¡No hay otra manera!
Verás como poco a poco tu oído espiritual se irá afinando y te resultará fácil escuchar y reconocer la voz de Tu Pastor. Cuando tú escuches esa voz que habla a tu corazón, y obedezcas las instrucciones fielmente, entonces recibirás todas las bendiciones que ÉL promete.
¿Estás preparado para escuchar lo que DIOS tiene que decirte?
ORACIÓN: Mi Padre amado, te doy gracias por Jesucristo, tu Hijo, quien a través de Su muerte y resurrección Se convirtió en el Gran Pastor de ovejas. Yo quiero escuchar Su voz; anhelo ser una oveja que reconozca Su voz por encima de todas las demás voces de este mundo, y quiero seguirle adonde quiera que ÉL me guíe. Afina mi oído, Señor, y dame la fuerza y el poder de tu Espíritu no sólo para escuchar sino también para obedecer la voz de mi Pastor.  En el nombre de Jesús, amén.

 

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