SALMO 145: 17-21 “Dios mío, tú siempre cumples tus promesas y todo lo haces con amor. 18 Siempre estás cerca de los que te llaman con sinceridad. 19 Tú tiendes los ruegos de los que te honran; les das lo que necesitan y los pones a salvo. 20 Siempre estás pendiente de todos los que te aman, pero destruyes a los malvados. 21 ¡Mis labios siempre te alabarán! ¡La humanidad entera te bendecirá ahora y siempre!”
Aproximadamente una semana después de regresar a mi empleo tras la licencia por maternidad, mi puesto fue eliminado sin más. Quedé en shock, herida y ansiosa por cómo haríamos, mi esposo y yo, para llegar al fin del mes. Apenas empezábamos a aprender a ser padres. ¿Cómo se supone que podríamos encarar esto?
Preocupada, al día siguiente fui a hacer las compras al supermercado, todavía pensando en el futuro. Vi a una mujer de mi misma edad que me pareció que había visto antes. Al preguntar su nombre, me percaté de que era la enfermera que me había ayudado en el peor momento del parto. Era muy paciente y cuidadosa, y hubiese querido que conociera a mi hija. Pero me apenó mucho que, por haber terminado su turno, no fue posible. Tres meses más tarde, en medio de un supermercado, finalmente se conocieron.
Este fue el mejor momento y el más dulce que el Señor podría haberme regalado ese día. Tenía miedo y sentía que Dios estaba lejos. En ese momento, comprendí que escucha mis oraciones y que lo hace con atención. Nuestro Creador está siempre presente y nos cuida, aun cuando la situación es difícil. Muchas veces Dios nos habla cuando menos lo esperamos.
OREMOS: SEÑOR Redentor, ayúdanos a recordar tu bondad y tu fidelidad. Que sepamos descansar en ti en tiempos de angustia, sabiendo que escuchas nuestro clamor. Amén.
Sra. Amu Culwell (Alabama, EE.UU.)
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