domingo, 20 de abril de 2014

¿TEMES A LA MUERTE?

¡El SEÑOR RESUCITÓ!
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿TEMES A LA MUERTE?
1A CORINTIOS 15:53-57 “Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley. Mas a DIOS gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo.”
En su primera carta a los corintios, el apóstol Pablo les habla de un tema que siempre ha resultado muy difícil de entender y sobretodo de aceptar: lo inevitable que es la muerte. “Es menester…”, dice este pasaje. Todos, absolutamente todos, sin excepción, algún día llegaremos al final de nuestras vidas en este mundo. Sin embargo a pesar de lo normal e inevitable, es motivo de preocupación para muchos.
Y a veces la preocupación por la muerte es tan grande que hay personas que viven sufriendo y llenas de temor, preguntándose: “¿Hay vida después de la muerte?” “¿Qué hay más allá de la muerte?” Según el diccionario, “muerte” es “la extinción de la vida”. Esta definición implica que al producirse la muerte se acaba la vida. Pero, ¿es ésto totalmente cierto? ¿Queda el hombre reducido al polvo y ahí termina todo? ¿O hay algo más a pesar de que nuestro cuerpo esté inerte y en descomposición?
La intención de Pablo era traer esperanza a aquellos creyentes que temían a la muerte, simplemente mostrándoles que después de la muerte les espera la victoria. Esta esperanza es la única fuente de verdadero y profundo consuelo en medio de la aflicción por la muerte de un ser querido.
¡Cuántas veces hemos visto el testimonio de alguien que, encontrándose en esta situación, muestra una paz asombrosa! ¿Cómo se explica esto? Sólo existe una explicación: ésta es la paz que proviene de la absoluta certeza de que ese ser querido que en vida creyó en Cristo está ahora disfrutando de una vida mucho mejor junto al Señor, y la esperanza de que algún día estarán juntos de nuevo, y entonces será para siempre.
Presintiendo que su final se acercaba, el apóstol Pablo escribió a su hijo espiritual Timoteo asegurándole que él se había mantenido firme en la fe durante su vida y por eso “me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2a Timoteo 4:6-8). Esta seguridad en la victoria podemos tenerla todos los que hemos aceptado a Jesucristo como Salvador. Las palabras de Jesús a Martha, la hermana de Lázaro, hoy llegan hasta nosotros con el mismo poder con que el Señor las pronunció: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11:25). Por eso Pablo pudo declarar: "Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." (Filipenses 1:21).
Si tú has aceptado a Jesucristo como tu Salvador, puedes tener la absoluta seguridad de que ya tienes tu entrada al cielo para el día que partas de este mundo. Si aún no lo has hecho, y de corazón crees que Jesús es el Hijo de DIOS, que murió en la cruz por tus pecados y que DIOS lo resucitó de los muertos, lo único que tienes que hacer es confesarlo con tus labios, pidiendo al Señor que entre en tu corazón. De esta manera recibirás el regalo de la vida eterna. Eso dice la Biblia en Romanos 10:9-10… "Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación."
ORACIÓN: Padre Santo, gracias por la victoria de Jesús en la cruz. Ayúdame a vivir confiando plenamente en que esa victoria es mía y que cuando parta de este mundo la disfrutaré plenamente junto a Tí por la eternidad. En el nombre de Jesús, amén.


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