Tu Santa
Palabra…
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA
VERDADERA RIQUEZA
SALMOS
119:57-58 “¡Mi herencia eres tú, Señor!
Prometo obedecer tus palabras. De todo corazón busco tu rostro; compadécete de
mí conforme a tu promesa.”
Casi todo el
mundo sueña que llegue un día en que le traigan la noticia de que una tía
millonaria falleció y le dejó toda su fortuna en herencia por haber sido su
sobrino favorito. Más que una esperanza ésto es una fantasía por cuanto
¿cuántas personas en el mundo tienen una tía millonaria? Y aunque la tuvieran
¿no le parece que esperar su muerte es un acto de egoísmo absoluto?
En todo
caso, sea que la riqueza nos llegue por vía de una herencia o por un hecho
fortuito, nunca hemos de poner nuestras esperanzas en el dinero. Para comenzar,
las riquezas son inciertas; nunca se sabe cuándo llegarán y cuándo dejarán de
ser. Por otro lado, lo que fácil llega, fácil se va, de manera tal que las
riquezas son poco confiables. Aparte de todo ésto, las riquezas ejercen una
poderosa influencia sobre nuestras vidas que nos hace apartarnos del recto
sendero que DIOS ha establecido para cada uno de nosotros.
¿Quiéres
conocer una riqueza que no te hará comportar de manera egoísta ni te hará
apartar tu mirada de DIOS?
Esa riqueza
solamente la podrás hallar por medio de la lectura
constante de la palabra de DIOS (La Biblia). En élla
encontrarás toda clase de tesoros que te harán verdaderamente rico y poderoso.
Por medio de
la palabra de DIOS conocerás las inquebrantables promesas que DIOS tiene para
sus hijos y podrás ver Su misericordia y Su perdón que pueden rescatarte de la
fosa en que posiblemente te encuentres por haber perdido el rumbo.
Acude, pues,
a la fuente de la sabiduría y al manantial de los tesoros. Sólo allí podrás
hallar gozo y paz. Sólo allí podrás conocer el corazón de nuestro Señor
Jesucristo. ¡Sólo a DIOS sea la gloria!
ORACIÓN: Padre
Celestial. Dame la inteligencia y sabiduría para leer, entender y comprender Tu
Palabra. Ayúdame Señor para que diariamente separe un momento del día y pueda
leerla. Tú me hablas y me guías a través de élla. Ayúdame Señor. En el nombre
de Cristo, amén.
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