sábado, 29 de abril de 2017

DIOS SIEMPRE ESCUCHA

DIOS es lo suficientemente grande como para escuchar la voz más débil.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
DIOS SIEMPRE ESCUCHA
Nuestro Pan Diario
SALMO 145:18 “Cercano está el Señor a todos los que le invocan,
A todos los que le invocan de veras.
  Papá era un hombre de pocas palabras. Tenía daño auditivo debido a años de servicio militar, y usaba audífonos. Una tarde, mientras Mamá y yo hablábamos un poco más de lo que a él le parecía necesario, Papá respondió bromeando: «Siempre que quiero un poco de paz y silencio, lo único que tengo que hacer es esto». Levantó las manos, apagó sus audífonos y cerró los ojos, con una sonrisa serena.
  Nos reímos. Para él, ¡la conversación había terminado!
                  Ésto me recuerda cuán diferente es DIOS de nosotros. ÉL siempre quiere escuchar a Sus hijos. Una de las oraciones más breves de la Biblia resalta esta idea.
                  Un día, Nehemías, siervo del rey Artajerjes de Persia, estaba visiblemente triste. Cuando el rey le preguntó qué sucedía, Nehemías confesó que se debía a que Jerusalén, la ciudad conquistada de sus ancestros, estaba en ruinas. Nehemías relata: «Me dijo el rey: ¿Qué puedo hacer por ti? Entonces me encomendé al DIOS del cielo, y respondí al rey…» (Nehemías 2:4-5, énfasis añadido).**
                  La oración de Nehemías duró solo un momento, pero DIOS la escuchó. En ese momento, Artajerjes le concedió a Nehemías el pedido de reconstruir la ciudad.
                  ¿No es reconfortante saber que a DIOS le importa y que escucha todas nuestras oraciones… desde la más breve a la más larga?
OREMOS: Gracias, Padre, por bendecirme con el privilegio de la oración. En el nombre de Cristo, amen.
**Lectura: Nehemías 2:1-9 
Nehemías 2:1-9 (DHH)
Y un día del mes de Nisán, en el año veinte de su reinado, mientras yo le servía vino, el rey me vio tan triste que me preguntó: —Te veo muy triste. ¿Qué te pasa? No pareces estar enfermo, así que has de tener algún problema.
En ese momento sentí un gran temor, y le dije al rey: — ¡Viva siempre Su Majestad! ¿Y cómo no he de verme triste, si la ciudad donde están las tumbas de mis padres se halla en ruinas y sus
— ¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó el rey. puertas han sido quemadas?
Entonces me encomendé al Dios del cieloy respondí al rey:
—Si a Su Majestad le parece bien, y si he alcanzado su favor, pido a Su Majestad que me mande a Judá, a la ciudad donde están enterrados mis padres, para que yo la reconstruya.
El rey, a cuyo lado estaba sentada la reina, me contestó: — ¿Cuánto tiempo durará tu viaje? ¿Cuándo volverás?
Yo le indiqué la fecha, y él aceptó dejarme ir. Además le dije que, si lo estimaba conveniente, se me diera una orden por escrito dirigida a los gobernadores al oeste del río Éufrates, para que me dejaran pasar libremente hasta llegar a Judá; y otra orden escrita para que Asaf, el guardabosques del rey, me diera madera para recubrir las puertas de la ciudadela del templo, así como para la muralla de la ciudad y para la casa donde yo tenía que vivir. Y el rey me lo concedió todo porque yo contaba con la bondadosa ayuda de mi Dios.
Cuando llegué ante los gobernadores al oeste del Éufrates, les entregué las cartas del rey, quien además había enviado conmigo una escolta de caballería al mando de jefes del ejército.
La Biblia en un año: 2 Samuel 14–15; Lucas 17:1-19


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