Una gran verdad
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
REDENCIÓN
EFESIOS 1:7,8 "En CRISTO, gracias a la sangre que derramó,
tenemos la liberación y el perdón de los pecados.
Pues DIOS ha hecho desbordar sobre nosotros las riquezas de su generosidad, dándonos toda sabiduría y entendimiento," (DHH)
Hay países que cuando una persona es detenida por la policía, llevada a la comisaría y luego a la cárcel, en un momento determinado el juez de la causa determina una fianza de dinero para su posible liberación. Con esa suma de dinero, si se paga, la persona queda libre y puede salir. Si alguna persona no puede pagar la fianza debe quedar tras las rejas.
Algo similar a esto ha sucedido en el mundo espiritual cuando nos convertimos a CRISTO y llegamos a ser verdaderos cristianos. Debido a nuestro propio pecado, quedamos ligados al reino de tinieblas y condenados a vivir en maldición. Éramos culpables de muerte, pues la Biblia dice que “la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23). Para ser librados y limpiados, alguien debió pagar la “fianza espiritual” y eso lo hizo el Señor JESUCRISTO cuando fue a la cruz del calvario. Allí ÉL nos redimió por Su sangre. El pago no fue una suma de dinero sino la vida misma de nuestro Señor. La palabra “redimir” significa “rescatar a un cautivo pagando un precio”.
Ésto fue lo que hizo JESÚS por todos, pero esta realidad sólo es para aquellos que por fe la aceptan. La Biblia promete legalmente muchas cosas pero serán nuestras prácticamente cuando las tomemos por la fe. Acceder a la salvación es un paso voluntario de fe. De nada sirve que nos obliguen, pues es algo personal entre DIOS y nosotros.
Cada uno debe, en un momento de su vida, determinar qué rumbo seguir: Lejos de CRISTO en el pecado y la maldición, o con CRISTO en el reino de la bendición. Ninguna religión del mundo pudo, no puede, ni podrá siquiera igualar lo magnífico y poderoso que ha hecho nuestro DIOS cuando JESUCRISTO fue a la cruz del calvario. ¡Allí cambió nuestro destino!
OREMOS: Gracias Padre Celestial porque Tú enviaste a Tu Único Hijo, nuestro Señor JESUCRISTO “para que todo aquel que en ÉL crea no se pierda, sino que tenga vida eterna.“ ¡Gracias por las muestras de Tu amor! En Tu Nombre, amén.
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