Házlo
ahora mismo…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA NECESIDAD DE TENER UNA BOCA LIMPIA
PROVERBIOS 13:2 “Quien habla el bien, del bien
se nutre, pero el infiel padece hambre de violencia.”
Nuestras madres nos decían todas las
noches que nos cepilláramos los dientes antes de ir a la cama. El higienista
dental da instrucciones específicas sobre cómo cepillarnos los dientes y usar
el hilo dental; todo el tiempo nos importunan diciéndonos que tenemos que
pasarnos el hilo dental. Nos gusta tener dientes blancos (y ahora hasta los
podemos blanquear químicamente). Pero existe una pequeña razón por la que
necesitamos obedecer las incómodas insistencias: el cepillarnos los dientes y
usar el hilo dental puede sacar millones de gérmenes de nuestra boca, lo cual
previene las caries, los tratamientos de endodoncia, las coronas y la cirugía
oral.
Una persona puede tener una boca que
sea más limpia que un auto nuevo y todavía pueden salir de esa boca cosas
sucias. Palabras airadas, duras críticas, blasfemias y mentiras pueden salir
como una corriente contaminada. Las malas palabras salen de corazones malos.
Todos somos lo que es nuestro corazón.
La Biblia dice: «De
la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Todo lo que somos y todo lo que
hacemos viene de las intenciones, buenas o malas, de nuestro corazón. Cuando
esa es nuestra condición, necesitamos limpieza. DIOS es el higienista oral
máximo. Como hijos suyos, ÉL nos da un corazón nuevo y espera una boca limpia.
En el caso del profeta Isaías, a fin de
que hablara Sus palabras, DIOS tuvo que enviar a un serafín (un ser celestial)
a tomar un carbón encendido del altar y cauterizarle los labios. !Esto suena
peor que una endodoncia! El Nuevo Testamento nos recuerda una y otra vez que
hablemos buenas palabras. Los escritores de Proverbios nos dicen repetidamente
que hablemos lo justo. David suplicó a DIOS que sus palabras y pensamientos más
íntimos fueran aceptables a ÉL… "¡Sean gratos los dichos de mi boca y la
meditación de mi corazón delante de ti, Jehová, roca mía y redentor mío!" (Salmo 19:14).
Las malas palabras, es decir el hablar
mal o maldecir, sólo pueden traer mal a nuestra vida. Dice la cultura popular
que la lengua es castigo del cuerpo. Las buenas palabras, por su parte, traen
bendición sobre nosotros y sobre quienes nos rodean.
Una persona que constantemente se
dedica a hablar mal de su prójimo tendrá que aceptar que las personas que lo
escuchan lo cataloguen como alguien a quien no se le puede confiar mucha
información, pues hará mal uso de élla. En contraposición, una persona benigna
y bondadosa que siempre tiene una palabra de estímulo o de reconocimiento en
sus labios hacia quienes le rodean, será buscada por aquellos que necesitan un
buen consejo para sus vidas. Sus enseñanzas y exhortaciones siempre estarán en
alta demanda y la gente tendrá de él/élla buena opinión y mostrará su
aprobación y buenos deseos hacia él/élla.
¿Qué estás sembrando con tus
pensamientos y con tus conversaciones? ¿Hablas bien de los demás o te expresas
agriamente de tu prójimo? ¿Piensas lo que vas a decir antes de decirlo? ¿Te
cuidas de que tus palabras sean constructivas y no destructivas? ¿Hablas
siempre la verdad?
Habla siempre el bien y del bien te
nutrirás para crecer en sabiduría y estatura, cada vez más gozando del favor de
DIOS y de los hombres como nuestro Señor Jesucristo, nuestro ejemplo
incomparable.
¿Tienes una boca sucia? Si así fuera,
póstrate delante de DIOS y pídele que te perdone y te limpie. Házlo ahora
mismo. No hay necesidad de ese carbón encendido y que DIOS te bendiga.
ORACIÓN: Amante Padre Celestial, reconozco que necesito de Ti
cada día para hablar como conviene. Te doy gracias porque Tú puedes hacer que
mi corazón esté limpio de todo aquello que impide que yo viva en comunión
contigo y con mi prójimo. Te ruego examines mi corazón y arranca de mí toda
maldad y lléname de Tu santa presencia. Ayúdame a guardar Tu palabra en mi
corazón y a obedecerla cada día de mi vida. En el nombre de Jesucristo, amén.
LECTURA BIBLICA: Santiago
3:5-23
5 Así también la lengua es
un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas.
¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa!
6 También la lengua es un
fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el
cuerpo y, encendida por el infierno,
prende a su vez fuego
a todo el curso de la vida.
7 El ser humano sabe domar y, en efecto, ha domado toda clase de fieras, de aves, de reptiles y de bestias marinas;
7 El ser humano sabe domar y, en efecto, ha domado toda clase de fieras, de aves, de reptiles y de bestias marinas;
8 pero nadie puede domar la
lengua. Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal.
9 Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de DIOS.
9 Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de DIOS.
10 De una misma boca salen
bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
11 ¿Puede acaso brotar de
una misma fuente agua dulce y agua salada?
12 Hermanos míos, ¿acaso
puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de
agua salada puede dar agua dulce.
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