lunes, 29 de enero de 2018

LA ÚLTIMA PALABRA

Las palabras elegidas cuidadosamente honran a DIOS
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA ÚLTIMA PALABRA
Nuestro Pan Diario
**Leer: Eclesiastés 5:1-7
ECLESIASTÉS 5:2 “No te des prisa con tu boca,
ni tu corazón se apresure… “
Un día, en una clase de filosofía, un alumno hizo unos comentarios denigrantes sobre las opiniones del profesor. Para sorpresa de todos, el profesor le agradeció y siguió con otro tema. Más tarde, cuando le preguntaron por qué no le contestó, dijo: «Estoy practicando la disciplina de no tener que tener la última palabra».
Ese profesor amaba y honraba a DIOS, y quería poner en práctica en su vida un espíritu humilde que reflejara ese amor. Sus palabras me recordaron a otro maestro; uno que vivió hace mucho y que escribió el libro de Eclesiastés. Aunque no se refería a cómo actuar ante una persona enojada, explicaba que, cuando nos acercamos al Señor, debemos cuidar nuestros pasos y acercarnos «más para oír» que para abrir la boca y dejar salir apresuradamente de nuestro corazón reacciones desagradables. Al hacerlo, reconocemos que DIOS es el Señor y que nosotros somos sus criaturas (Eclesiastés 5:1-2).
¿Cómo te diriges a DIOS? Si piensas que debes modificar en algo tu actitud, ¿por qué no dedicas un tiempo a pensar en la majestad y la grandeza del Señor?
Cuando meditamos en Su sabiduría, poder y presencia infinitos, podemos quedar maravillados con Su desbordante amor por nosotros. Con esta actitud humilde, no tendremos necesidad de tener la última palabra. — Amy Boucher Pye
OREMOS: Señor, enséñame a escuchar.
Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús, amén.
**Leer Eclesiastés 5:1-7
La insensatez de hacer votos a la ligera
Cuando vayas a la casa de Dios, guarda tu pie. Acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios, quienes no saben que hacen mal.
No te des prisa a abrir tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios, porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra. Sean, por tanto, pocas tus palabras. Porque de las muchas ocupaciones vienen los sueños, y de la multitud de palabras la voz del necio.
Cuando a Dios hagas promesa, no tardes en cumplirla, porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es no prometer que prometer y no cumplir.
No dejes que tu boca te haga pecar, ni delante del ángel digas que fue por ignorancia. ¿Por qué hacer que Dios se enoje a causa de tus palabras y destruya la obra de tus manos?
Pues, donde abundan los sueños abundan también las vanidades y las muchas palabras.  Pero tú, teme a Dios.


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