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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
TRANSFORMANDO LIMONES EN LIMONADA
ROMANOS 8:28 "Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas
los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."
Williams Costa Junior tenía 19 años cuando se fracturó el pie
derecho jugando básquet, y tuvo que caminar un mes con muletas. Esta
circunstancia, aparentemente adversa, dio origen a uno de los más bellos himnos
que ha compuesto.
Fue en la tranquilidad de esa “detención obligatoria” que
tuvo tiempo para pensar, orar, escribir y reescribir la letra del himno “MANOS”.
Él tenía la idea básica de la letra y la música, pero en la agitada vida de un
joven de 19 años no había tiempo para trabajar la idea. El dolor y la tristeza
del pie fracturado fueron el camino para escribir: “Hay en el cielo, en el mar,
en la flor, un detalle de amor, hay también en el atardecer, la poesía del
nacer, en la belleza natural, yo contemplo lo digital, de esta mano que me creó”.
Cuántas veces nos sucede en la vida algo que, a primera
vista, trastornara todos nuestros planes. Con frecuencia, la reacción
instintiva es reclamar a DIOS: “¿Por qué permites esto?” Y la respuesta parece
no venir. Son momentos amargos como el limón, pero, para quienes aprenden a
depender de DIOS, los limones ácidos pueden transformarse en una deliciosa
limonada.
Detrás de cada espina que aparece en nuestra vida, DIOS
siempre tiene una rosa para ofrecernos. Sólo que para sentir la maravillosa
fragancia y ver la belleza de la flor, es preciso aprender a convivir con DIOS.
“A los que aman a DIOS, todas las cosas los ayudan a bien”,
dice Pablo. Bien sabía lo que estaba diciendo, pues en su vida llevaba una
espina. En cierta ocasión pensó que no podría soportarla más y le pidió a DIOS
que le sacase ese aguijón de su carne: “Bástate mi gracia” fue la respuesta
divina, y el tiempo se encargó de mostrarle a Pablo que DIOS tenía razón; que
“a los que aman a DIOS, todas las cosas les ayudan a bien”.
¿Alguna vez te sucedió algo que te amargó, no tanto por el
hecho en sí, sino por el momento en que ocurrió? “¡No podía fallar, justo
ahora!” Y en esos momentos pensamos que hasta DIOS se olvidó de nosotros. ¡Ah,
si pudiésemos ver los propósitos divinos! Quedaríamos avergonzados, con
seguridad.
¿Las cosas no se presentan bien para ti? ¿Ayer nada salió
bien y no sabes cómo actuar o encarar hoy esas circunstancias adversas? Ve en
nombre de JESÚS, pues nada acontece sin un propósito divino. Confía en ÉL. (Alejandro Bullón).
OREMOS: SEÑOR, perdóname por
pensar más en mí y que en Tí. Gracias porque tu Palabra nos enseña a conocerte,
a comprenderte y a amarte sobre todas las cosas. Gracias porque Tú siempre
escuchas nuestras oraciones y ayúdanos a saber esperar y a que se haga Tu
voluntad. Gracias por las pruebas y muestras de Tu amor. En el nombre de CRISTO,
amén.
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