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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
AVARICIA
MALAQUIAS 3:8-9 ”¿Robará el
hombre a DIOS? Pues vosotros me habéis
robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis
robado”.
Cuando una persona recibe a Cristo en el corazón toda su
vida cambia. Ha nacido de nuevo y es un bebé espiritual que debe ser cuidado y
alimentado.
Ningún bebé se rebela contra la madre que quiere
alimentarle, ni se niega a comer los alimentos. Él se rinde ante los brazos de
su madre para que élla haga de él lo que sea más conveniente.
Esto es una realidad en el cuidado de un recién nacido
físico, pero a veces pareciera que no lo es tanto con los recién nacidos
espirituales. Muchos hijos de DIOS parecieran que no entienden el asunto del
diezmo. Éllos ven solamente el dinero que tienen que dar y no entienden el
principio central: Obedecer un mandato de DIOS.
DIOS necesita un pueblo obediente que le ame a ÉL por
sobre todo. El Señor, en su infinita gracia, ha decidido que para sostener el
ministerio de la iglesia (como fue en la antigüedad el sostenimiento de todo lo
referido al templo de DIOS y el ministerio sacerdotal), cada persona que trabaje
le devuelva a ÉL, el diez por ciento de sus entradas. Note que dije “devolver”.
Si soy un cristiano obediente todo lo que tengo es de
DIOS y nada es mío. ÉL sólo me lo da para que lo administre para su gloria. El
diezmo es devolución a DIOS. Yo doy mis ofrendas, pero el diezmo le pertenece a
DIOS.
Esto es mucho más que un impuesto espiritual, es una
acción espiritual que demuestra si tenemos un corazón dador o retenedor. Muchos
cristianos viven una vida de avaricia y son retenedores de lo que DIOS les ha
dado primero. Aquel que recibe algo de DIOS debe devolver su diezmo con un
corazón agradecido. DIOS te ha diseñado para ser un dador alegre.
ORACIÓN: Señor. Quita
de mi ese espíritu de avaricia que arrastro de mi vieja vida pecaminosa. Dame
la fuerza para decidir obedecerte y vivir bajo la bendición financiera que Tú
has prometido a los que diezman con fidelidad. Amén.
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