miércoles, 26 de marzo de 2014

¿EN QUIÉN CONFÍAS?... YO, CONFÍO EN DIOS

Yo, confío en DIOS.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿EN QUIÉN CONFÍAS?
JEREMÍAS 17:5-8 El Señor dice: «Maldito aquel que aparta de mí su corazón, que pone su confianza en los hombres y en ellos busca apoyo. Será como la zarza del desierto, que nunca recibe cuidados: que crece entre las piedras, en tierras de sal, donde nadie vive.»
«Pero bendito el hombre que confía en mí, que pone en mí su esperanza. Será como un árbol plantado a la orilla de un río, que extiende sus raíces hacia la corriente y no teme cuando llegan los calores, pues su follaje está siempre frondoso. En tiempo de sequía no se inquieta, y nunca deja de dar fruto.»
Norma y Luis habían estado felizmente casados por más de cinco años. Hacía tres años había nacido un niño que había traído aún más felicidad a esta pareja. Económicamente habían prosperado mucho, se llevaban muy bien, se amaban, en fin todo parecía indicar que era el matrimonio ideal. Un día, de manera inesperada, llegó la noticia bomba a oídos de Norma: Luis le había sido infiel por más de un año, con Gina, su mejor amiga desde que ambas eran unas adolescentes.
El negocio de Ernesto había progresado enormemente. Ahora podía darse el lujo de tomarse unos días de vacaciones de vez en cuando con su familia. Realmente necesitaba el descanso después de muchos años de trabajar duramente 14 o 15 horas diarias, 7 días a la semana. Por suerte podía estar tranquilo, pues sabía que podía dejarlo todo en manos de su “mano derecha” y amigo José Luis, el cual había demostrado que era muy eficiente en el manejo del negocio. Pero un día, Ernesto recibió una llamada de su contador, citándolo a una reunión urgente. Allí se enteró que su “hombre de confianza”, le había estado robando por medio de facturas falsificadas a nombre de clientes que no existían.
Lamentablemente, situaciones como éstas, y muchas otras, no suceden de manera esporádica, sino todo lo contrario; con frecuencia nos encontramos en la vida grandes decepciones, generalmente producto de haber puesto nuestra confianza en alguien que después nos traicionó.
Pero, ¿cómo podemos evitar estos desengaños? Ciertamente no es posible para nosotros saber qué hay en el corazón de las demás personas. Alguien puede estar fingiendo fidelidad, pero en realidad sus intenciones son otras. O quizás sus propósitos fueron buenos al principio, y después en algún momento cayó en tentación.
El pasaje de hoy nos da una clara advertencia que debemos tener en cuenta siempre: Aquel que confía en una persona sin tener en cuenta la dirección de DIOS es “maldito”, es decir está predestinado a sufrir malas consecuencias. ¿Qué, pues debemos hacer?
En el libro de los Hechos, capítulo 10, la Biblia nos habla acerca de una situación que puede servirnos como una gran enseñanza. Cuenta que en la ciudad de Cesarea “había un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de DIOS”, el cual oraba cuando se le ordenó, en una visión, que enviara hombres a buscar al apóstol Pedro a la cercana ciudad de Jope, quien le diría lo que él tenía que hacer en aquel momento. Cuando estos hombres llegaron donde Pedro, él estaba orando, y allí el Espíritu le dijo: “He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con éllos, porque yo los he enviado.” En otras palabras: “No te preocupes. Puedes confiar en éllos.” ¡Qué maravillosa seguridad envuelven estas palabras! ¡Si nosotros pudiésemos estar tan seguros al poner nuestra confianza en alguien!
El pasaje de hoy dice también: “Bendito es el hombre que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor.” Podemos confiar plenamente en DIOS porque ÉL ha demostrado con creces Su amor por nosotros, porque todo lo sabe y todo lo puede y porque es fiel y nunca nos falla.
No nos dice esta enseñanza que debemos desconfiar de todos los que nos rodean, sino que debemos confiar primeramente en el Señor, y buscar en ÉL el discernimiento espiritual para saber en quién y hasta qué punto podemos depositar nuestra confianza en un momento determinado. Y, de alguna manera, el Espíritu Santo, como hizo con Pedro, nos lo hará saber.

ORACIÓN: Mi Padre Amante, te doy gracias porque puedo depositar en Tí toda mi confianza sin temor a que me vayas a fallar. Te ruego me des discernimiento para ver más allá de una amistad o una relación al momento de confiar en una persona. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

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